1a Bienal del Mercosur - Home 2 de octubre - 20 de noviembre de 1997
Luis Camnitzer acerca de su instalación
»La sala de los espejos«
La instalación para la Bienal de Mercosur continúa mi especulación sobre la alucinación como un instrumento falso de liberación y el paralelo entre el prisionero y el artista en su utilización fútil, comenzado en 1988 en la Bienal de Venecia.

El espacio central de »La sala de los espejos« está dividido en cuatro cuadrantes por medio de tubos de goma tensados que describen dos ejes medianos que conectan las paredes. Los ejes se cruzan sobre un balde, símbolo del recipiente de las feces en la celda. El balde tiene dos manijas alineadas con los ejes. En los muros, las gomas atraviesan sendos vidrios que tienen la imagen del balde esmerilada, en forma que parece un reflejo. El balde está sobre una plataforma rodeada por pilas de periódicos, la documentación de la historia enterrada por si misma e inaccesible. La imagen del periódico sobre cada pila refleja la imagen de la pila de enfrente, y en si misma está dividida como reflejo, haciendo que cada eje defina la presencia de un espejo virtual. La sala central tiene cuatro accesos, una por esquina, y el acceso a un cuadrante agota la percepción de los otros tres. Cada ingreso está obstaculizado por una escoba inutilizada por una capa de latex. En el piso de cada cuadrante hay una carta con la reina de diamantes invertida como reflejo, algo que solamente se detecta en la Q. Las cartas están ubicadas al azar y son el único detalle que no sigue los ejes de simetría. En las dos salas que actuan de alas con la sala central hay, en las paredes más alejadas, otra reina de diamantes también invertida y portando la única iluminación de un espacio que está, por lo demás, a oscuras.

En la presentación minimal de las cosas que apenas pueblan este espacio traté de llevar una estética normalmente asociada con la elegancia al extremo de lo sórdido. Un espacio que dados los pocos elementos que lo organizan se tiende a leer como entero y absoluto, aquí quiero que se entienda como fragmentado y frágil, al borde de la implosión. Las salas adjuntas recogen nada más que resonancias. Cada una se llena nada más que con la presencia de una carta de juego.

© Texto: Luis Camnitzer
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