índice no. 11  -  Foro Salón


Contribuciones a la discusión del Foro Salón

Transmito la comunicación de Miguel Rojas, quien desde el área de Artes del Ministerio de Cultura ha tenido a su cargo la difícil tarea de repensar la actividad artística de esa entidad.
José Roca


Miguel Rojas

Ante todo un cordial saludo y una disculpa por no comunicarme antes. Es para nosotros (y hablo desde el Ministerio) una verdadera sorpresa este espacio, que aunque con muy pocas participaciones, es legítimo, claro y limpio de presiones.

Hace ya algunos meses (antes de iniciar el último Salón Nacional) y como lo decía Andrés Gaitán (compañero de oficina) estaba sobre el tapete si era prudente llevar a cabo el evento, sobretodo teniendo en cuenta la difícil situación política y económica del país de ese momento (el rollo Samper, el nuevo Ministerio, las elecciones presidenciales, la danza de los millones, la guerra..... las cosas no han cambiado mucho hasta ahora). Sin embargo, y encontrándonos en una transición igualmente difícil -de Colcultura a Ministerio- y con el agravante del compromiso adquirido al realizar los Regionales del 97, dimos inicio al Salón. Los resultados todos los conocen.

A partir de la finalización del Salón ha quedado como siempre un sin sabor un... no se qué.... que ha motivado de nuevo este tipo de reflexiones que por primera vez se escriben. A continuación envío apartes del artículo que saldrá en la POST publicación del Salón que recoge además reflexiones de otros como el mismo José Roca, Jaime Cerón, Natalia Gutiérrez, entre otros.

EL FIN ES EL PRINCIPIO

La política para las artes:

La acción del estado se presenta como un ansia de reconocer su poder en un país que se desintegra. La inercia histórica que mueve este país es también un fenómeno que se presenta en el arte. Es conocido que los salones de arte en Colombia han sido la manifestación primera y primordial de sus artistas, han sido el lugar en el cual se han cruzado y validado sus propuestas artísticas. Este circuito es el que los ha llevado a posiciones como miembros activos del mundo del arte colombiano; los salones han sido el legítimo espacio de reconocimiento de artistas y obras a lo largo de sus 58 años (casi consecutivos) de vida.

Los Salones Regionales se convirtieron en los eventos que reconocían la producción de las artes visuales en las distintas regiones del país, proporcionando un conocimiento de las prácticas de las artes. En la política trazada por el Estado frente al fortalecimiento de las artes visuales en Colombia, estos eventos eran la punta de lanza de las acciones de fomento, promoción, difusión, investigación, formación y organización del sector en nuestro territorio; todo en uno. La función del estado se dispersaba en medida que en un solo proyecto (salones de artistas) recaía toda la política de un medio tan complejo como el artístico.

A esto se suma la falta de continuidad y el seguimiento del proyecto (como todo en el país), llevando a las cabezas de esta oficina en cada versión de entidad cultural (Colcultura – Ministerio) a una carrera loca por hacer antes que pensar en un plan a largo plazo que busca mejorar la calidad de vida y la reflexión en torno al arte contemporáneo colombiano. La pregunta que aparece es ¿se debe seguir ejecutando un modelo sin antes evaluar su acción? De la carrera sólo queda el cansancio. ¿Cuál es la verdadera función del estado frente al diseño de una política coherente de un sector tan débil y complejo como el del arte?

La participación:

Es cierto que los salones han presentado a lo largo de la historia reciente del arte en Colombia los más importantes artistas y en ocasiones las más importantes obras, pero también ha desconocido a otros muchos que han pasado o no se han atrevido a entrar en esa selva que algunos denominan el mundo del arte.

La idea que contiene al salón es ingenua. Tratar de mantener un circuito que se hace inoperante por su dimensión, tratar de mantener un modelo asistencial que viaja como un dador de verdad sin reconocer que internamente se presentan procesos importantes que construyen pensamiento artístico, es otra falla. Establecer un lugar común, el salón, es una mirada desde el centro, es bien sabido que los resultados de este proceso han legitimado prácticas que están lejos de ser procesos, las obras de salón se erigen como la verdad sobre el arte colombiano. Se ha llegado a un lugar, el salón Nacional es un buen salón de arte joven, ¿es ésta su función? Vuelve la pregunta ¿el salón propone un dialogo, o es solo un gesto de la grandilocuencia del modelo?.

Los salones cumplieron con el propósito de ser »democráticos y participativos«. El último Salón dio claros resultados de esto. Los artistas que deseaban estar en el circuito cruzaron sus propuestas desde los regionales y luego del tamiz de rigor llegaron al nacional. El Salón aviva una competitividad basada en el modelo de fama y fortuna de la modernidad. Los resultados dejan de lado objetivos como el de la calidad y el nivel de respuesta es objeto de estudio en este momento.

La calidad:

La sobre dimensión que presenta este evento en su versión nacional indica una voluntad que por años procuró validar la presencia del artista en la sociedad. Las múltiples aproximaciones metodológicas centradas en un modelo que parecía decir »porque todos los que son, son los que tienen que estar«, fue al parecer un motor que direccionó los resultados pretendiendo además, validar el hacer de nuestros artistas y tratar de posicionarlos en un contexto latinoamericano e internacional.

La historia en el fin de la historia permite aproximaciones menos napoleónicas, más coherentes con los contextos en los que se desarrolla nuestra cultura. El artista es consciente del derroche que se presenta en el evento, tal vez esa voluntad es paralela a otra ingenua idea del estado; entre más grande, más caro y más ruidoso, mejor.

Hoy por hoy, los artistas han profesionalizado su oficio y en ese sentido son parte activa del mercado de servicios que ofrece la sociedad. Pero aun ahora, el arte cumple importantes funciones sociales al convertirse en expresión del poder y ocio ostentativo. Más aún; el arte fomenta los intereses de un estrato social por la mera representación y por el reconocimiento tácito de sus criterios de valor morales y estéticos. ¿Donde queda la calidad artística?, ¿por qué ésta no posee ningún equivalente sociológico?.

El Salón no reconoce calidad, tal vez popularidad; entre calidad y popularidad en el arte existe siempre una cierta tensión y a veces incluso, como por ejemplo en el arte moderno, una abierta contradicción. En el arte, es decir, el arte valioso cualitativamente se dirige a los miembros de una comunidad cultural y no al hombre común; su comprensión está vinculada a ciertas presuposiciones de formación, y por eso su popularidad está limitada desde un principio. El éxito de algunas obras de arte en este público se rige por puntos de vista extra artísticos. El gran público no reacciona a lo valioso artísticamente, sino a motivos por los que se siente tranquilizado o intranquilizado en su esfera vital. Por eso acepta también lo valioso artísticamente, cuando para él significa un valor vital, es decir, cuando responde a sus deseos, fantasías y ensoñaciones, cuando apacigua su angustia e intensifica su sentimiento de seguridad. Todo ello sin olvidar que lo nuevo, desacostumbrado y difícil tiene siempre un efecto intranquilizador sobre un público no especializado.

¿Es el Salón Nacional de verdad nacional?,

Artistas de todas las regiones del país se han visto excluidos o han negado su accionar en estos eventos. Además, los salones deben realizarse entre Junio y Noviembre teniendo en cuenta los aspectos organizativos previos de preselección y formación. Los salones se convierten pues en una carrera sin medida para cumplir con lo propuesto. El año siguiente a los regionales aparece de nuevo el nacional con sus concebidas discusiones, un gigante que se erige en un lugar que no le corresponde, aparece al lado de ferias de hogar, vehículos, mercancías varias que dispersan su lectura, el espectador desprevenido termina rodeado por lo incomprensible.

¿Dónde está la verdadera función pedagógica que debería tener el salón?, ¿dónde queda la presencia de los artistas fuera de este circuito? no hablo por los artistas de los centros urbanos, que en el mejor de los casos cruzan su trabajo en espacios existentes, válidos y legítimos en el contexto nacional, pero sí por los artistas de provincia que no encuentran lugar para presentar sus propuestas. De hecho la aparición de eventos departamentales, locales y/o regionales demuestran que la necesidad es creciente. Estas iniciativas empiezan a ser reconocidas como parte de la memoria local del arte, siendo más coherente con los procesos y desarrollos de esos contextos donde pensar en la posmodernidad como regulador de un accionar no es adaptable. Una política que en apariencia reconoce a todos con las mismas posibilidades no es posible.

La propuesta:

Se propone entonces, reconocer los procesos al interior de la regiones. Establecer programas de apoyo puntual, auxilios, asesorías, concertaciones y estímulos, a través de las instituciones, asociaciones, grupos o individuos que generan espacios locales de encuentro de artistas visuales, complementar estas iniciativas con estrategias de reflexión y organización del sector. De esta forma se acompañará con un compromiso continuado el hacer de los artistas y los gestores del país. Dejar la carrera por cumplir y establecer un alto en el camino de un Salón que se debilitó por su desesperada necesidad de legitimar como espectáculo alienante -el arte hecho en Colombia-.

Paralelo a ésto se debe diseñar y llevar a cabo proyectos nacionales de alto perfil en los cuales investigadores, críticos y curadores pongan en cuestión lo más representativo de la producción visual, afinando de esta forma la mirada tanto del medio artístico como del público receptor del arte. Proyectos itinerantes que redefinan la acción de nuestros artistas, que con un carácter pedagógico establezcan niveles de lectura y reflexión crítica de lo que se produce en el país. Además, donde los resultados se confronten en espacios adecuados para su presentación, dinamizando así las infraestructuras receptoras de las actitudes contemporáneas de las artes visuales. Exposiciones que con la humildad pero la fortaleza del arte generen una nueva forma de ver la realidad, muestras con actitud crítica e investigadora que fortalezcan a los creadores y guíen la mirada del espectador, donde la obra deja de ser un ejercicio y se convierte en interlocutor de una forma de vivir y contar la historia.

Así que no propondré un Salón via Internet. Qué siga la discusión.

Un abrazo,
Miguel Rojas

Si desean participar en el Foro Salón (véase Columna 11) pueden enviar sus comentarios directamente al eMail:
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©  Texto: Miguel Rojas, Columna de Arena: José Roca

Presentación en internet: Universes in Universe - Gerhard Haupt & Pat Binder
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