índice no. 12
José Roca
Reflexiones críticas desde Colombia

Comentario a Columna 12 1999
Carta de Antonio Díez

Algunas aclaraciones (e interrogantes) sobre el texto »Voluntad artística, concepto y ejecución«

Estimado Sr. Roca:
No es lo mismo trabajar en colaboración con un »artista profesional« a trabajar con falsificadores, artesanos o etnógrafos. En primera instancia, debe aclararse que el primero a diferencia de los segundos es ante todo un creador que trabaja de manera autónoma e independiente y no bajo instrucciones, aún cuando se trate de jóvenes artistas sin trayectoria, aunque acepten trabajar en equipo.

En el caso de la obra de Nadín Ospina, es preciso aclarar el proceso que generó este malentendido: el señor Ospina propuso a través de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, (de la cual ambos somos egresados), un proyecto que se denominó »Viaje al fondo de la tierra«, en el cual los participantes utilizábamos sus cerámicas como modelos y realizábamos UNA OBRA PROPIA, DE NUESTRA AUTORIA. A cambio de la cesión de derechos (a los que hay lugar), el señor Ospina se comprometió verbalmente a reconocernos los créditos (Derechos de autor) que como artistas también nos corresponden, en la exposición que se realizó en el Museo de Arte Moderno de Bogotá. A esto se suma además otro compromiso verbal: el señor Ospina ME RECONOCERIA UN PORCENTAJE sobre las ventas de las obras si las hubiere. Compromisos adquiridos que responden a una figura denominada CO-AUTORIA, tal como se hace en cine, teatro, música y artes plásticas.

Ante el incumplimiento de su palabra y su negativa a restituir el orden ético de los hechos y en aras de la verdad, me veo en la obligación de aclarar y divulgar algunos puntos:

A. En ningún caso, el señor Ospina me dio instrucciones, mucho menos bocetos o ideas para ejecutar las obras (pinturas).

B. Desde 1995, yo venía realizando una investigación sobre el arte colonial en la Nueva Granada pasando por Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos; el maestro anónimo de Sopó y otros influenciados por Francisco de Zurbarán.

C. Que la investigación sobre los grabados de Guaman Poma de Ayala, corresponde a la obra de Francisco Bernal, que venía mostrando de tiempo atrás, quien también participó del proyecto y quien además me autorizó nombrarlo.

Investigaciones cuyos resultados aplicamos al proyecto en mención.

Ahora pregunto:

1. ¿Hasta cuando la mala interpretación postmodernista de »apropiación« va a permitir tanta ambigüedad? Y lo que es mas grave.

2. ¿Porqué asumir a priori que la ley sobre derechos de autor está mal formulada? ¿No será otra de las peligrosas brechas que intenta abrir la postmodernidad?

Habría que saber ¿qué es en los criterios del Doctor Roca un »sub-ejecutor«? según lo explicado yo soy un co-autor y como tal (NO MAS) reclamo mis derechos.

Para información los técnicos de una fundición se ciñen rigurosamente a un modelo, plano, dictado o bosquejo y además introducen en la obra el sello del maestro fundidor, lo mismo cuando corresponde a una edición de artes gráficas o de grabado. En ningún momento el operario incurriría en la pretensión de atribuirse derechos de autoría.

El ejemplo de un artista como Richard Long no viene a este caso: sus universos, procedimientos, actitudes y éticas, guardadas las sanas proporciones, no tienen nada que ver con el caso de Nadín Ospina y si »una piedra no es igual a otra piedra«, en cambio una piedra en el zapato sí puede hacer incómoda la loca carrera de un artista »posmoderno«. (Aunque le recuerdo que YO NO SOY UNA PIEDRA sino tan solo un artista).

Doctor Roca, definitivamente no me interesa en absoluto que mis obras pasen por »Nadines Ospinas« como usted »invierte« el argumento; y no confundamos los »extremos perversos« con la perversidad extrema; y sí, como usted dice: »la lógica y el sentido común terminarán por imponerse en este interesante impase, que pone en evidencia las complejidades inherentes al ejercicio del arte contemporáneo«.

Espero tenga usted la gentileza de dispensarme una excusa si llegara a serle molesto, mas le recuerdo que aunque esta situación me involucra; no es el carácter personal lo que me motiva contestarle a su columna, sino mi derecho a la réplica. Acaso también se me querrá negar?

Antonio Díez

Respuesta de José Roca

Estimado Sr. Díez: mi posición es clara: considero que su acto de creación se enmarca en un acto que le antecede y le da sentido (el de Ospina). ¿realizaba usted bodegones »coloniales« en los que se incluían figuras precolombinas y personajes de tira cómica antes del proyecto con Nadín Ospina? Si es así, entonces el acto de este último se llamaría apropiación, o incluso plagio.

Cuando cito a Long, es para hacer claro un punto: la obra de arte existe, en algunos casos, por la designación que hace un artista de un objeto que puede provenir de la sociedad de consumo (el botellero o la pala de Duchamp, los ladrillos de Carl André y en general la obra Minimalista), o de la naturaleza, como es el caso de Richard Long. La respuesta del asistente era clara: cualquiera podría realizar una obra de Long simplemente recolectando piedras, pero solamente si este artista reconoce la obra como propia esta adquiere un valor en el contexto artístico, lo que incluye, por supuesto, un valor económico. En cuanto al término sub-ejecutor, lo utilizo para situar la acción que usted y otros realizaron para Ospina en una posición intermedia entre la que habitualmente realiza un operario (que ejecuta una instrucción precisa, sin mayor intervención creativa), y la figura de un co-autor, quien tiene una participación en la concepción de la obra. El malentendido radica allí, precisamente: donde usted reclama su labor creativa es en la concepción de cada cuadro, ¿no es cierto?. Pues bueno, esa no es la obra: la obra, a mi entender, es el proyecto global dentro del cual los cuadros pintados por usted - y los demás artistas - se inscriben. Fuera de este contexto las obras, a mi juicio, carecen de valor artístico, no porque no estén bien pintadas - ese juicio de valor es irrelevante aquí - sino debido a que fuera del contexto en el cual fueron creados quedan en una situación similar a la pala, el botellero o los ladrillos fuera del contexto de la obra de Duchamp o André. Creo que es en este sentido que debería entenderse el trabajo que motiva esta discusión.

José Roca
  Columna 12 - comentarios

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