índice no. 19
José Roca
Reflexiones críticas desde Colombia

18 de enero de 2000
Cardoso en el MoMA  

Entre las interminables listas típicas de fin de año, que se exacerbaron con la llegada del año 2000, hubo una circunstancia que pasó desapercibida en el recuento de las actividades artísticas del país. Me refiero a la inclusión de una enorme instalación de María Fernanda Cardoso, uno de los artistas con mayor proyección internacional que tiene el país, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

Cardoso, quien ha logrado un éxito indudable con su enigmático Circo de Pulgas - que ha trascendido el contexto de la galería para convertirse en un espectáculo de masas, lo que lo llevó a ser presentado en el Centro Pompidou en París en el marco del Festival de Verano en 1998 - fue escogida por la institución más paradigmática del arte moderno, el Museo de Arte Moderno de Nueva York, para iniciar una de sus exposiciones de »fin de milenio«. El MoMA organizó una serie de tres exposiciones con base en su colección llamada »Modern Starts« (inicios modernos), la cual tenía tres temas desarrollados de manera individual: »Things« (cosas), »People« (gente) y »Places« (lugares). En esta última muestra se incluyó la obra de María Fernanda Cardoso, pero no de cualquier manera.

Toda oportunidad de exponer en el exterior es valiosa, pero la experiencia ha mostrado que estos logros tienen más de simbólico que de real, pues usualmente los sitios de exposición para los artistas colombianos en el exterior distan mucho de ser los ideales (pensemos en el sitio en que han expuesto las representaciones colombianas en Bienales como la de Venecia); inclusive una excelente exposición como la de Beatriz González en el Museo del Barrio en Nueva York está circunscrita a una lectura desde lo »latinoamericano«, es decir, que rara vez un artista colombiano es expuesto con envergadura como artista, punto, sin el epíteto que denote su procedencia como referente previo a su lectura.

En el caso de Modern Starts, el MoMA ha querido enfocarse en las radicales transformaciones en las artes visuales sucedidas en el periodo 1880-1920, que darían inicio a la consolidación de la modernidad. La sección Places incluye obras claves del arte moderno, como »La ciudad se despierta« (1910) de Boccioni o los nenúfares de Monet (1920), y obras importantes de Picasso, Matisse, Miro y De Chirico, entre otros, incluyendo fotografía (Lartigue, Riis) y diseño (Guimard) con el fin de dar una visión global de la interrelación de las artes, tal como fue siempre la intención de Alfred Barr, su primer director.

Como introducción a cada sección, se escogió un artista contemporáneo cuya obra estableciera una lectura crítica de los postulados modernos al tiempo que permitiera evidenciar una continuidad de las preocupaciones formales y conceptuales puestas en juegos por la modernidad. Es así que en los grandes muros de los halls del segundo y tercer piso del museo se encuentran dos grandes obras realizadas específicamente para el sitio: uno de los famosos dibujos murales del artista norteamericano Sol LeWitt, y la instalación »Cementerio vertical« de María Fernanda Cardoso. Miles de flores artificiales en plástico salen del muro, en el cual han sido dibujadas, con gran delicadeza, formas que recuerdan las bóvedas mortuorias de los cementerios. En palabras del curador de la muestra, »esta obra es presentada como una introducción a Places no solamente por su poética y abiertamente esteticista evocación del tema del jardín idealizado, sino por su combinación específica de imaginería natural con lo industrial y la producción masiva. La obra se constituye en una extensión contemporánea de los temas de campo y ciudad que dominan el periodo moderno temprano y la presente exhibición«.

La inclusión de Cardoso en el MoMA es de gran importancia (máxime cuando sabemos que, a excepción de Matta, Lam y los muralistas, la enorme colección de arte de América Latina del MoMA está en los depósitos), pues marca, si no una nueva actitud hacia el arte de nuestro país o sub-continente, sí un posicionamiento que ningún artista colombiano (a excepción de Doris Salcedo) ha logrado hasta ahora.

Murió Fabián Rendón

La semana pasada murió en Medellín el artista grabador Fabián Rendón, una de las personas más llenas de bondad y de capacidad de trabajo que he conocido. Abierto a la crítica, sometía su propia obra a la mirada interesada, con el fin de establecer un campo de discusión a partir del trabajo mismo. Frecuentemente discutí con él sobre su insistencia en un medio cuyos límites parecían estar definidos por el aspecto formal inherente a una técnica precisa: el grabado en linóleo, así como del impreciso territorio en que ciertas obras se mueven, ese precario límite entre el contexto artístico y la ilustración. Rendón siempre contradijo la sabiduría popular que aconseja »ante la duda, abstente«: a pesar de tener reparos sobre un medio que en cierto modo lo constreñía, continuó de manera insistente en él, tratando de ampliar sus límites. Esto lo hizo de varias maneras: desbordando el formato habitual de la gráfica para realizar grandes impresiones; cuestionando el formato bidimensional realizando pequeños objetos a la manera de juguetes plegables de gran delicadeza; introduciendo variaciones en la plancha, durante el proceso de impresión, con el fin de realizar piezas únicas y particulares, desvirtuando una de las características de la obra gráfica: su repetibilidad; utilizando las mismas planchas en complejas combinaciones en las que las asociaciones entre iconografías diversas producían nuevas líneas interpretativas, etc. Como parte de la actividad cultural del Banco de la República en sucursales, Fabián viajó a muchas de las áreas culturales del Banco en todas las regiones de Colombia, dictando talleres de grabado en linóleo, y era para mi conmovedor cuando, tiempo después, visitaba una ciudad como parte del jurado de algún evento regional, y la calidad técnica y plástica de algunas de las obras me hacían pensar »por aquí pasó Fabián Rendón«. Esta voluntad de expandir el campo de su experiencia personal hacia lo colectivo a través de la docencia fue una constante en su carrera, con la cual cosechó muchos triunfos, tanto en Colombia (donde recibió premio en el Salón Nacional), como en el exterior, en importantes eventos especializados en Puerto Rico, Polonia o Japón.

Toda muerte es una pérdida. Pero para el medio artístico colombiano y en particular el grabado, se ha perdido un gran artista que, junto con un puñado de otros creadores (como José Antonio Suárez o Juan Antonio Roda) han tomado el grabado no como una actividad esporádica o un arte menor, sino como el hilo conductor de una seria y constante búsqueda artística.

José Roca

María Fernanda Cardoso
* 1963 Bogotá, Colombia. Vive en Sydney, Australia.
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Presentación en internet: Universes in Universe - Gerhard Haupt & Pat Binder
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