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Contribuciones al foro »Curaduría vs. demagogia participativa« - Columna no. 29

Pablo Batelli: El modelo curaturial versus el modelo abierto

(8 de agosto de 2000; artista de Bogotá)

Me parece interesante intervenir en este debate y contribuir a esa »construcción del medio artístico« a la que hace alusión Bernardo Ortíz al final de su carta. Voy a empezar con una breve reflexión sobre la cualidad intimidatoria del poder. La apreciación según la cual ceder a la intimidación es conferirle la fuerza al poder es tan precisa que entra en la categoría de los silogismos irrefutables. Me hace pensar en una frase que tiene una construcción lógica similar: la medicina genera la enfermedad.

Pese a estar en la categoría de lo irrefutable, no se desprende que sea necesariamente verdadera. No ceder a la intimidación del poder implica el riesgo de ser aplastado por un mecanismo tan implacable como la cuchilla niveladora de una máquina caterpillar. De allí que no todos puedan expresarse como Caro, primero porque no todos piensan como él - lo que es una obviedad - y segundo porque tampoco gozan del privilegio de estar en igualdad de condiciones frente al Establecimiento. En lo referente a ciertas apreciaciones lanzadas por Jaime Iregui en Valdez, defiendo la cualidad de Internet, donde las voces de los pequeños tienen la misma difusión potencial que la de los grandes.

Afirmaciones que pueden plantearse también en el un tanto más complejo uso del idioma que hace Iregui. Los dos modelos en confrontación tienen marcados acentos demagógicos y no me parece que traiga beneficios destruir un establecimiento para instaurar otro con idénticos vicios. En relativa oposición a lo anterior, considero una obligación moral del medio plástico conceder una duda favorable a Pentágono y esperar hasta ver el ciclo completo de sus muestras para hacer un balance definitivo.

Voy a terminar esta intervención con una enumeración de críticas que se pueden hacer al Salón Nacional y al Proyecto Pentágono. No tienen la menor intención de adquirir visos de ataques personales y trataré de mantenerlas estrictamente en un plano teórico. De todos modos, hay quien dice que no hay nada más personal que una idea.

Criticas al Salón

1. Su convocatoria abierta y democrática define una forma de poder que podría llamarse el »Totalitarismo Particicipativo«. Este sistema es una parodia de un »Totalitarismo Democrático« que rige el sistema que le ha dado vida al Salón, es decir, el mismísimo sistema político (una »Democracia« con una abstención conveniente del 50% y un 49% restante manipulado) y que tiene por analogía los mismos vicios.

2. Adoptando de forma pasiva la influencia de visiones foráneas el Salón replanteó de forma incorrecta la relación de subordinación entre centro y periferia. En su nueva concepción, este replanteo se limitó a trocar las posiciones del centro y de la periferia: lo que antes era marginal ahora se tornó institucional, lo que antes era tradicional, ahora se instauró en la margen. El antiguo centro fue entonces sistemáticamente rechazado. No veo ningún reflejo de un accionar democrático en este trocar de términos.

Criticas a Pentagono

1. Es imposible que alguien alegue ingenuidad para no reconocer que este nombre tiene evidentes implicaciones militares; sugiere un escenario donde una operación comando lucha por concentrar un poder absoluto (disculpen al mamertazo).

2. Se intensifica el riesgo de que un curador ejerza influencia en una zona que debe ser propia del artista, es decir, en las etapas previas a la realización de la curaduría.

3. Los orificios de la malla del filtro de aceptación se hacen más estrechos, porque en este modelo es casi imprescindible que el artista tenga o haya tenido contacto personal con el curador. ¿Qué sucede entonces si en esta entrevista al artista no le cae en gracia al curador?

4. La historia nos dice (a pesar de que hay quienes sostienen que la historia no existe, ni qué hablar de la historia plástica de este pequeñito país) que la concentración de poder decisorio en pocas manos conduce a error.

Contracriticas - una defensa

El colombiano es un ser marcadamente individualista. Pentágono propone a favor un accionar cohesionado que nos puede hacer pasar de la condición de meros consumidores culturales de discursos foráneos a ser proponentes de ideas nuevas. Tenemos que abandonar la posición de hoyo negro cultural y empezar a ver, no lo que podemos tomar del mundo exterior, sino lo que podemos dar. No podemos seguir siendo el nintendo de modelos culturales que utilizan el escenario colombiano para probar su certeza o invalidez.

Siguiendo las propuestas de Bernardo, se puede tratar de ejercer un control mayor sobre los parámetros de aceptación o rechazo que implementa el Salón a través de unas habituales »discusiones de control«, que serán siempre saludables. Creo que los más graves errores se deben a una incorrecta interpretación de la tensión entre centro y periferia. Resulta obvio que para solucionar este problema es no insuficiente, sino totalmente incorrecto el hecho de limitarse a trocar los términos de la relación.

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©  Texto: Pablo Batelli; Columna de Arena: José Roca

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