índice no. 34
José Roca
Reflexiones críticas desde Colombia

Comentario a Columna 34 27 de abril de 2001
Retransmito la columna que me envía el crítico y curador colombiano Carlos Jiménez sobre una exposición que se realiza actualmente en Cali, cuyos argumentos guardan relación con los tópicos planteados a raíz de la entrevista a Jesús Abad Colorado.

José Roca

Los niños y la ingenuidad
Carlos Jiménez

Ayer fui a ver en el Centro Cultural Comfandi una exposición de fotografías dedicada a los niños y conmovido por su impacto no pude menos que preguntarme aprovechando las palabras del poeta Bertold Brecht, ¿qué tiempos son estos en los que ni siquiera las fotos de los niños son inocentes?. Tiempos en los que los adultos en vez de complacernos simplemente con las imágenes de esa Edad de Oro perdida e inalcanzable, nos vemos obligados a decidir si estamos o no de acuerdo con que se las haga y publique. Cierto, es muy probable que no haya sido la intención de Comfandi y menos la de la Fundación Dos Mundos, organizadora de la muestra, la de someternos a este penoso dilema. Por el contrario ellos decidieron de antemano que había que hacer esas fotografías y mostrarlas en público con el muy buen propósito de »sensibilizar« a los colombianos sobre el grave impacto que »a nivel psicosocial« tiene en la infancia la guerra sin aparente salida en la que este país se ha embarcado.

Y algo semejante habrá pasado por la cabeza de los 153 fotógrafos que respondieron a la convocatoria de dicha Fundación realizando 600 fotos, de las que se eligieron las 100 mejores para esta exposición. Supongo que todos querían ayudar así a que comprendamos que no sólo estamos destruyendo nuestro mezquino país de adultos sino también el tierno e intenso país de los niños.

La tragedia consiste sin embargo en que estas fotografías, aunque obviamente bienintencionadas y además aisladas y protegidas en el vestíbulo de Comfandi, no pueden sustraerse al debate sobre el muy ambiguo y conflictivo papel que desempeñan actualmente en Colombia la prensa y los medios difundiendo masivamente imágenes tanto fotográficas como audiovisuales de la barbarie y el horror que nos abruman. Esas fotos de niños son también fotos del horror y la barbarie y como tales no pueden esquivar la controversia de si conviene o no que se exhiban o publiquen.

El argumento de los partidarios de hacerlo en cualquier caso es realista y a la vez contundente. El papel de la prensa es informar y no puede dejar de hacerlo porque la realidad de la que informa está repleta de masacres y de bombardeos, de desplazados, huérfanos y viudas, de desamparo y de miseria. La culpa, si es que puede hablarse de culpa, es de la realidad y no de los medios que informan sobre ella. Y concluyen: »no hay que mejorar la imagen del país, lo que hay que mejorar es el país. La mejoría de su imagen vendrá por añadidura.«

Por el contrario los partidarios de evitar o de controlar severamente la divulgación de esta clase de imágenes apelan al pudor. Y acusan de impúdicas las imágenes de cadáveres descuartizados o la de sus deudos desgarrados por el llanto. El muerto merece, aunque haya sido un cruel asesino, respeto, tanto como lo merece el dolor de sus familiares. Dejemos que unos y otros mueran y sufran en paz.

La desgracia es que actualmente los medios en Colombia tienden con excesiva frecuencia a faltarle a uno y a otro argumento. Faltan al deber de informar manipulando la información abiertamente o informando unilateralmente sólo aquello que conviene a los partidarios de solucionar nuestra guerra exterminando al adversario. Y faltan al pudor no sólo quienes publican las fotos del horror que convienen exclusivamente a su propia banda sino también quienes lo hacen para propiciar la indiferencia pública ante el crimen. O las satisfacciones perversas de los necrofílicos.
  Columna 34

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©  Texto: Carlos Jiménez, Columna de Arena: José Roca

Presentación en internet: Universes in Universe, Gerhard Haupt & Pat Binder
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