índice no. 38
José Roca
Reflexiones críticas desde Colombia

Comentario a Columna 38 19 de septiembre de 2001
Nelson Cárdenas
Artista colombiano residente en Bucaramanga, Colombia

Lo que pasó esta semana en EU es sin duda el hecho histórico que marca el comienzo de este nuevo siglo. El poder simbólico del acto supera con creces el horror que están viviendo las familias de las víctimas y la tensión expectante del resto de la comunidad.

Los símbolos, atacados y usados, son la esencia del imperio norteamericano y de la totalidad de su feudo: El poder financiero y el poder militar. El orgulloso, altanero y poderoso estado ha visto golpeado los más grandes iconos de sus herramientas de poder. Y dicho así suena a discurso de compañero comprometido marxista leninista, compañero. Pero no, no hay que ser un recalcitrante de izquierda para ver este cobro de cuentas doloroso y sangriento a un gobierno que se ha distinguido por ser, en función de su creerse la encarnación del bien, el guardián y manda callar del mundo entero desde que ha podido.

La lista es larga. Corea, Vietnam, Nicaragua, Panamá, Colombia, Chile (toda Latinoamérica en realidad) y el apoyo decidido a regímenes atroces que protegían sus intereses, han hecho de esta gran nación uno de los piases con más odios encendidos alrededor del mundo. Y es que si bien la tragedia de las muertes de estos civiles inocentes de las barbaridades de su gobierno son el espanto vivo, las muertes, a gran escala como los bombardeos en Vietnam o a chorritos como las que ocurren en Colombia, no son menos dolorosas. Una amiga mía decía que ahi al menos murieron desayunaditos y en avión o en torre de lujo. Aqui ni eso. Claro, la política norteamericana no es la ejecutora directa de cada maldad de este mundo pero si es la instigadora de tanto títere ansioso de poder que no se arruga ante lo que haya que hacer con tal de tener su parte.

Ahora bien, aparte de las consecuencias políticas que esto traerá a todo el mundo(porque EU es todo el mundo y porque el golpe fue una advertencia a cada gobierno) está la deducción inmediata de que el mundo ya no es más un sitio seguro, pues si ellos, tan amurallados y tan seguros reciben semejante cosa, que no le podría ocurrir al ciudadano común. El hecho de lanzar un avión cargado de pasajeros no es sino la confirmación de que para la política no somos más que bulto, cifras.

Ese martes, la globalización tan opresora de las identidades nacionales, recibió un coletazo que cuestiona su razón de ser, pero que a la vez evidencia su omnipresencia, pues el hecho de que todo aquel que tenía televisor vio en vivo el hecho del impacto, nos dio de nuevo esa sensación de aldea global, cada vez más inevitable.

Y como en todo, los hechos curiosos y risibles. Los medios, entre aterrados y deleitados con el poder de la imagen, algunos viendo al demonio (que nadie ha visto) en las formas del humo plástico ardiendo en los edificios, la cancelación de las secciones de chismecitos en los noticieros, esas que ni se inmutan en cada masacre que les pasa al lado, Nostradamus, el infaltable y moldeable a cada cosa que pase en el mundo. Raro no sería que nos pusieran 5 por mil para ayudar en la recuperación de las torres.

Y ahora recién empieza el calvario, con ese cabezichiquito de Bush, empeñado en descargar su furia contra alguno, en donde, como de costumbre, pagarán justos por pecadores. Naturalmente, a nosotros nos tocará parte de la fiesta, con el incremento decidido del conflicto contra la insensata guerrilla. ¿y para donde coje uno?

Esta metáfora sobre la violencia, que muestra el hasta donde podemos llegar con nuestros odios (bien como causa o como efecto) es probable que cale hondo en la mente del común de la gente, enseñando que las diferencias son vanas y que es mejor un mal arreglo que una buena guerra, pero este mensaje tardará en llegar a la soberbia de los gobernantes, que atizan guerras con hijos ajenos, posesos del espíritu del ya difunto Superman.

Nelson Cárdenas / SUR

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©  Texto: N. Cárdenas, Columna de Arena: José Roca

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