índice no. 38
José Roca
Reflexiones críticas desde Colombia

Comentario a Columna 38 11 de octubre de 2001
Mauricio Cruz
Artista colombiano radicado en Nueva York

Re-respuesta al »erradicado« artista Gaitán:
Apreciado Juan, y yo que creía que la brevedad era una virtud del lenguaje! Pero no, el malentendido, quien lo duda, es su enfermedad mas común. Por eso, para ajustar los respectivos diccionarios, voy a extenderme un poco con el animo de situar mis opiniones en lugar mas favorable.

Identificar »emosocial« como »una critica social que tiende a reducir los hechos a su superficie y a dar conclusiones fáciles«, es algo que se puede. Sin embargo, mi definición (la manera como lo estoy empleando) es la siguiente: Emosocial: juego de palabras entre emocional y social, útil para sintetizar una actitud cultural que me parece característica de la mentalidad colombiana, y que consiste en comportarse al interior del pequeño circulo familiar (el país) de modo esencialmente emotivo y visceral desatendiendo, de paso, cualquier cosa que se parezca a una idea. Actitud que aparece matizada agudamente por sentimientos de inseguridad en relación al quien-es-quien nacional. Lo que se traduce en una de las grandes pasiones y talentos silvestres de los colombianos: su instinto de figuración. Actitud compulsiva que no es, ni mucho menos, privativa de lo colombiano pero que termina siendo característica gracias a su énfasis peculiar.

Por eso, ante la ocasión de opinar, lo que muchos terminan diciendo se reduce a algo así como »aquí estoy yo«, hoy desde aquí, mañana desde cualquier lugar del mundo, informando su posición relativa en el tablero domestico de las angustias de legitimidad. Y ante estas reglas de juego, que mas papaya que el atentado a las Torres Gemelas?

De lo anterior no puede deducirse (como me parece entender que el amigo Gaitán entendió) que yo este planteando, tácita o explícitamente, que la opinión estadounidense represente un modelo mejor, o contrario. En ninguna parte de mi comentario intente establecer comparaciones entre las dos culturas pero, aprovechando la ocasión quiero declarar que los gringos en esto, para decir la cantinflada, son »iguales de distintos«. Si de emocionalismo y vísceras se trata ellos patentaron ya la mermelada.

A lo que si estaba apuntando era a sugerir que estos »eléctricos« intercambios de opinión podrían resultar mas productivos si nos concentraramos un poco mas en asuntos específicos utilizando las ideas como vehículo de comunicación; pues siempre me ha parecido que los debates que sembramos en nuestros surcos de dolores no cosechan mucho mas que repentinas y esporádicas figuraciones.

En pocas palabras, mi tesis acerca de la comunicación entre nosotros los colombianos (aparte de nuestra muy envidiada predisposición a la rumba) es que carece de capacidad productiva debido a un énfasis desmedido en efervescencias personales, situando la maduración y desarrollo de los temas en una posibilidad infantilmente postergada al infinito. De ahí nuestra incapacidad de llegar a tiempo a las citas.

El articulo de Roca sobre la tragedia del WTC (desplazando inconscientemente la substancia de su columna sobre el resultado material de los dos edificios) produjo una serie de comentarios mas bien indirectos que, a medida que los iba leyendo, reproducían una situación familiar en mi cabeza dando pie a mi respuesta (o sea que la cosa fue de cabeza a pie y no de pies a cabeza)... Todo para decir que reaccione mas a un ambiente que a una opinión, pues recordé también el debate Roca/Malpensante (que me parece importante retomar), así como otro, mas remoto, el Gonzalez/Serrano, ejemplo notable de visceralidad.

Retomando el asunto, nuestro artista en Vancouver (siempre me ha interesado Vancouver aunque no se muy bien porque) dice a continuación que »el señor Cruz entra a atacar la historia como una simple 'representación' teatral de lo que pasa entre la vida y la muerte«.

Atacar, atacar, lo que se llama atacar la historia nunca se me ocurrió. Lo que yo dije fue que »La historia, como en el teatro, difícilmente va mas allá de lo que tradicionalmente aparece representado entre los consabidos telones del amor y de la muerte: una increíble colección de variables alrededor de los temas obsesivos de siempre. »Los telones« es una figura poética que sustituye a los emblemas esenciales que enmarcan el espectáculo, es decir, las mascaras de la tragedia y la comedia - y si no me creen pregúntenle a Shakespeare. Pensar que la vida pueda reducirse a »una simple representación teatral« es estar de acuerdo con la eficacia poética del que dijo (Calderón?) que »la vida es sueno y los sueños sueños son« Claro que en el correo electrónico las cejas de la letra e(gn)e tienden a desaparecer o sea que la vida, desde el punto de vista de la ortografía, tiende a convertirse en una pura substancia musical.

En fin. Decir que »las variaciones que el (señor Cruz) encuentra repetitivasdentro de una serie de marcos establecidos son mas bien re-escrituras que de una u otra manera ayudan a establecer nuestra posición como sujetos en el mundo actual (el proyecto post-colonialista, con sus limitaciones, es un ejemplo de esto)« me parece difícil de entender. No se que quiere decir aquí »post-colonialista«.

Algo relacionado con Gandhi? »Variaciones repetitivas dentro de una serie de marcos establecidos« Minimalismo, música repetitiva? »re-escrituras«, »sujetos« Francamente, me suena un tanto »francophone«. Sospecho sin embargo que estamos tratando de decir lo mismo de maneras distintas, que el malentendido, como siempre, surge de incompatibilidades estéticas.

Primero »ataco« a la pobre huérfanita de la historia, y ahora, como si fuera poco, a esto el (señor Cruz) opone la labor del artista, que debe enfocarse en su »oficio de la imaginación y la inteligencia«, sin dejarse distraer por »cuestiones periféricas«, sin especificar a que se refiere con cuestiones periféricas.

OK. Cuestiones periféricas, también en este caso, tiene que ver con lo que no tiene que ver. O sea que, como puse en el correo, »En vez de opinar siempre a la colombiana (emosocialmente), porque no proponer interpretaciones de lo que esta sucediendo. Así al menos el artista dejaría de estar preocupado por cuestiones periféricas y atendería el oficio de la imaginación y la inteligencia que es el que realmente le corresponde«.

Sinceramente, no creo que este párrafo sea como para dejárselo a Champollion. Tan claro como decir que los artistas tienen un oficio distinto al de los periodistas aunque se enfrenten a los mismos eventos. Sin embargo, para asegurar de algún modo el sentido de lo que estoy sugiriendo, pido llamar al estrado a Julian Barnes en la segunda parte del capitulo V (Shipwreck) de su libro La Historia del Mundo en Diez Capítulos y Medio (1989).

No sin antes tener muy en cuenta que mi comentario esta relacionado, también, con la actitud del artista ante la catástrofe en general y ante la destrucción de las Torres Gemelas en Nueva York en particular, o lo que otros prefieren llamar la función social del arte:
Cito del original, »How do you turn catastrophe into art? Nowadays the process is automatic. A nuclear plant explodes? We'll have a play on the London stage within a year. A president is assassinated? You can have a book or the film or the filmed book or the booked film. War? Send in the novelists. A series of gruesome murders? Listen for the tramp of the poets. We have to understand it, of course, this catastrophe; to understand it we have to imagine it, so we need the imaginative arts. But we also need to justify it and forgive it, this catastrophe, however minimally. Why did it happen, this mad act of nature, this crazed human moment? Well, at least it produced art. Perhaps, in the end, that's what catastrophe is for«.

Mi humilde traducción: »¿Como transformar la catástrofe en arte? Hoy en día el proceso es automático. Explota una planta nuclear? En cuestión de un ano, tendremos una obra de teatro en los escenarios de Londres. Un presidente es asesinado? Usted puede tener el libro o la película o el libro filmado o la película convertida en libro. Guerra? Manden a los novelistas. Una serie de asesinatos espantosos? Escuche el redoble de los poetas. Tenemos que entender la catástrofe, por supuesto; para entenderla tenemos que imaginarla, así que necesitamos las artes imaginativas. Pero también necesitamos justificarla y olvidarla, así sea mínimamente. Como sucedió este acto demencial de la naturaleza, este loco momento humano? Bueno, por lo menos produjo arte. Tal vez, en ultimas, para eso es la catástrofe«.

Barnes esta escribiendo acerca de un evento particular: el naufragio del barco Medusa en la tarde del 2 de julio de 1816, la terrible historia de sus sobrevivientes y el cuadro que Gericault hizo con eso. La pintura y el texto de Barnes recuperan para nosotros la historia de esta tragedia que, de no ser por las interpretaciones del artista, habría quedado definitivamente sepultada en su propio »ground zero«. Y por favor, no vayan a pensar que estoy proponiendo que el artista pinte cuadros o haga instalaciones utilizando las profecías de Nostradamus. No, lo que quise decir fue que »atendiera el ejercicio de la imaginación y de la inteligencia que es el que realmente le corresponde«.

Pero claro, la época en que Gericault convirtió una terrible noticia cargada de drama, de comportamiento humano llevado al extremo, en una de las pinturas mas notables del siglo XIX todavía no estaba tomada por los medios masivos de comunicación. Ante la competencia, el artista de hoy tiene que arreglárselas de otra manera. Sin embargo, gracias a la mágica virtud de transmutación que el arte posee, termino documentando mas allá del espacio y el tiempo, mas allá de los hechos (como en el teatro), hacia una situación ejemplar que trasciende, por así decirlo, la »realidad« inmediata.

Por eso, en este sentido, no creo como dice el artista Gaitán, que entre las »consecuencias reales« a los hechos del 11 de noviembre en Nueva York, las mas clara y peligrosa es la que se esta viviendo en la India entre Pakistán y el territorio Punjab sin mencionar el hecho de que los colombianos hemos entrado en el mapa mundial del terrorismo que a diario se dibuja y desdibuja en los Estados Unidos.

Su noción de »realidad« - como su lexico deja suponer - esta seguramente anclada en el fondo marino de algún discurso político respaldado por una buena dosis de intelectualidad a la francesa. Lo cual no tiene nada de malo en si, pero que me hace pensar en toda una legión de artistas que desde hace un tiempo condimentan su imaginación con teorías en donde filósofos traducen arduamente sus cavilaciones en compromisos sociales. Lo que puede resumirse diciendo que la realidad, para ellos, termino aplanándose al perder su proyección metafísica situándonos en la actualidad de un presente ineludible. La política - que dirán los economistas - como termino irreductible de la realidad! Y del arte que? Al sugerir que mi »concepción« general esta »desinformada«, lo que entiendo es que existe una diferencia entre nuestras respectivas concepciones y fuentes de información. Lo cual me parece no solo natural sino hasta productivo.

Cuando envíe otro comentario discutiendo la opinión del »padre, guía y gurú más oscuro del activismo electrónico« (Hakim Bey) a la gente de momentocritico@h..., recibí tan solo una respuesta de un amigo que me decía que esta.
  Columna 38 - comentarios

Si está interesado en recibir esta columna, o si quiere hacer comentarios, comuníquelo a: columnadearena@egroups.com

©  Texto: M. Cruz, Columna de Arena: José Roca

Presentación en internet: Universes in Universe, Gerhard Haupt & Pat Binder
Vea nuestro directorio de arte de Colombia