índice no. 43
José Roca
Reflexiones críticas desde Colombia

Comentario a Columna 43 8 de abril de 2002
Pablo Helguera
Artista mexicano, radicado en Nueva York

Mauricio Cruz menciona, acertadamente, que el tema de la contextualización es central en gran parte de las obras que se producen ahora (es, al menos, una preocupación absolutamente central en mi obra). Si bien entiendo, también menciona que la relación entre estos experimentos visuales y su descripción a través del lenguaje resultan irreconciliables de una forma u otra, haciéndolos parecer simples divertimentos o juegos verbales.

Antes que nada, comparto completamente con Mauricio, como con muchos otros, el disgusto por la verborrea crítica que tiende a no ir a ninguna parte y que suele ser mas que nada autocomplaciente. Sin embargo, creo que el tema de relación entre comentario e imagen va mas allá y quisiera matizar algunos detalles sobre este.

Yo no veo ningún problema con que la descripción de la obra reemplace, o se convierta, en el aspecto central de la obra. Con tal de que esta sea interesante, bien puede reemplazar a la obra o "ser" la obra. De hecho, se puede argumentar que la historia del arte no es sino la historia de las interpretaciones que sucesivamente se le han dado a ciertos artistas y a ciertas obras por autores concretos, o por grupos de autores que han operado en cierto consenso. Afortunadamente, el lenguaje es tan subjetivo como las imágenes, y por ello, incluso si se tratara de establecer una "definición" final sobre lo que es una obra, esta definición está sujeta de paso a definiciones sucesivas, como lo mostró Joseph Kosuth al mostrar en 1965 su famosa obra consistente en una silla junto a una fotografía de una silla y la descripción del diccionario de la silla. Incluso las definiciones del diccionario están sujetas a cambios, porque el lenguaje es un instrumento en flujo.

En cuanto a la sugerencia de que el escribir sobre un juego de contexto le resta "fuerza" o significado a la obra, creo que solo es en contados casos en que un solo texto es capaz de cancelar el efecto de la obra. Simplemente, hay textos más y menos convincentes sobre obras que son más o menos convincentes. Si la obra simplemente no es suficientemente contundente, compleja o seductora visualmente, si no genera una complejidad de significados e interpretaciones, lo más probable es que efectivamente no podamos decir mucho de ella, o que nos aburramos pronto y nuestros comentarios al respecto se agoten.

Sin embargo, hay obras que por alguna razón u otra nos obsesionan colectivamente, nos atraen la atención constantemente y que cada vez hay alguien que escribrá cosas nuevas sobre esta. Muchas interpretaciones sobre ciertas obras son prácticamente tan famosas como las obras en sí (por ejemplo, la lectura de Octavio Paz sobre el "Grand Verre" de Duchamp).

Según yo, la invención del contexto del espacio artístico o de experiencia estetico-espiritual (ya sea galería, iglesia, museo, etc.) es tan importante como la invención del contrapunto en la composición musical. El contexto (fisico y/o conceptual) es la fundación sobre la cual, o contra la cual, construímos. Es una noción convencional, exactamente igual que el lenguaje, que nunca puede tener precisión científica, pero que nos permite operar sobre una base determinada.

Quizás sea concebible para algunos hacer arte sin tener que preocuparse de la relevancia de la contextualidad, pero esto no quiere decir que sea uno inmune a sus repercusiones. En el sentido mas amplio del término, como decía Aristóteles y luego los empíricos ingleses como Berkeley y Hume, un momento estético consiste en la conjunción concreta de un individuo, un lugar, un tiempo y una interacción específica que producen aquel estado extraño que llamamos arte: un contexto.

Esta discusión es vital ahora que se debate tanto el lugar del arte en el mundo virtual del ciberespacio (es decir, carente del contexto físico del museo, siendo la pregunta de si es suficiente tener un contexto imaginario para que la obra tenga el efecto de "arte"). Creo que desde los años sesenta la auto-referencialidad del arte tocó fondo, y en los últimos cuarenta años no hemos hecho sino hacer variaciones sobre los mismos temas, tratando de encontrar un nuevo sistema contextual para darle sentido a nuestra actividad como creadores. Creo que en tiempos recientes la nueva contextualidad toma forma de la referenciación y apropiación de los ámbitos urbanos, socioculturales, y económicos.

A mi ver, los centros más interesantes que producen arte, como el Palais de Tokyo en Paris (dirigido por Nicolás Bourriaud, autor de la nocion de "estética relacional") son híbridos que mezclan nociones como la de un club de rock con la de un museo. A fin de cuentas, la contextualidad me parece tan infinita en posibilidades como las infinitas conjunciones de tiempo, espacio e individuos, y en ese sentido, no creo que tengamos que preocuparnos por la carencia de oportunidades para hacer arte. Y por supuesto, ya sea a través de lenguaje, explicaciones, narrativas o imágenes, siempre veremos conjunciones mas afortunadas que otras.
  Columna 43 - comentarios

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©  Texto: P. Helguera, Columna de Arena: José Roca

Presentación en internet: Universes in Universe, Gerhard Haupt & Pat Binder
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