índice no. 45
José Roca
Reflexiones críticas desde Colombia

30 de junio de 2002
Recorrido por la Documenta11
por Universes in Universe
otros textos, comentarios
Documenta11

Okwui Enwezor / © Foto: Universes in UniverseComo sucede cada cinco años, el medio artístico se dió cita en la ciudad alemana de Kassel para asistir a Documenta, sin duda el evento más importante del arte contemporáneo por su magnitud y alcance, y por el carácter casi mítico que ha logrado en su medio siglo de existencia. La versión de este año (la undécima, y la primera del milenio) tenía connotaciones especiales: por primera vez se eligió como Director Artístico un curador no europeo, en este caso uno proveniente de una de las llamadas "periferias": el nigeriano Okwui Enwezor (biografía). Desde el momento mismo en que fue nominado, Enwezor dejó clara su posición: las versiones previas de Documenta se habían concentrado en el arte de Europa y Norteamérica, dejando de lado el resto; su Documenta procuraría hacer una profunda revisión, no solamente en términos de la presencia del arte de Africa, América Latina y Asia, sino de las razones mismas (políticas, económicas) para la relativa invisibilidad del arte de tales regiones en la historia de la Documenta, cuya estrecha relación con la génesis del canon moderno y contemporáneo no debe pasar desapercibida. También afirmó que su curaduría sería claramente no-eurocéntrica, considerando las connotaciones peyorativas que se le ha dado a términos y cuestiones como "multiculturalismo" y "centro-periferia" como una estrategia de los sectores más reaccionarios del medio artístico ("la perversa alianza entre los productores de arte y la lógica especulativa de Wall Street") para preservar el status quo, y que dado que lo que convencionalmente llamamos "arte" es tan sólo una de las formas de producción de sentido en el contexto actual, su enfoque incluiría muchas otras manifestaciones culturales como el cine documental, las publicaciones, el activismo político y la acción social directa.

Son dos los principales aportes metodológicos de Enwezor a la historia de Documenta: de una parte, descentralizó la toma de decisiones, al integrar un equipo de co-curadores que le ayudaron a concebir el evento: Ute Meta Bauer, Susanne Ghez, Sarat Maharaj, Mark Nash, Carlos Basualdo y Octavio Zaya (estos dos últimos han estado en Colombia en varias ocasiones). De otra, concibió el evento como un sistema de cinco "plataformas", cuatro de las cuales consistieron en simposios teóricos en diferentes ciudades y continentes; la exposición en Kassel, en consecuencia, no es "la Documenta", sino la quinta y última plataforma, en la cual las artes visuales son el vehículo privilegiado para reflexionar sobre los temas comunes a todas ellas: hibridación, traducción cultural, modelos de acción política en contextos postcoloniales, desarrollo urbano en el tercer mundo.

Museum FridericianumCon la exposición en Kassel, el proyecto llega a su concreción. Es importante insistir que los simposios no fueron una estrategia para dotar la exposición de una sustentación teórica (como podría ser el caso de la Documenta anterior, con sus "100 días, 100 invitados"): Enwezor rehúsa considerar la exposición como algo independiente de las demás plataformas o como su resultado final, implicando que la noción contemporánea de arte no puede sustraerse a las condiciones necesarias para su existencia, las cuales deben ser explicitadas y posicionadas a su mismo nivel. Uno de los co-curadores, el sudafricano de origen hindú Sarat Maharaj resume esta posición, al hablar de la práctica artística como una forma de traducción y de producción de conocimiento. Dado el predominio de lo visual como espectáculo en la cultura actual, es interés de esta Documenta intentar una "amplificación de lo visual" a otras áreas del conocimiento. Maharaj invita a entender las artes visuales como "motores epistemológicos" con los cuales poder conocer lo que él llama "el otro del pensamiento". Dicho lo anterior, hay que afirmar que la presente edición de Documenta es también una magnífica exposición en términos visuales: impecablemente instalada en sus cinco sedes, reúne más de 118 artistas (lista completa) de varias generaciones y trabajos en todos los medios: desde pintura, escultura y fotografía hasta video y performance, desde trabajos colocados en el espacio expositivo hasta obras en internet y en el espacio urbano, desde "obras de arte" en el sentido convencional del término hasta activismo social o político que amplían o rebasan tal convención.

Documenta 11 no tiene un tema central explícito -a diferencia, por ejemplo, de la Bienal de Johannesburgo en 1997, "Rutas Mercantiles: Historia y Geografía", también curada por Enwezor- que recurría a los tropos de Intercambio y Cartografía como metáforas de la condición poscolonial. Pero es evidente que esta Documenta tiene un subtexto político más pronunciado que todas las anteriores: el fenómeno de la globalización y sus efectos en la cultura son una preocupación que subyace en la mayoría de las obras que conforman la exposición, así como de los simposios que la precedieron. Hay ciertos temas que reaparecen: la arquitectura y el urbanismo visionarios y los proyectos de utopías sociales -o su fracaso- (Constant, Yona Friedman, Carlos Garaicoa, Bodys Isek Kingelez, Isa Genzken); identidad y otredad (Chohreh Feydzhou, Lorna Simpson, Glenn Ligon, Shirin Neshat); la imagen de violencia y su estatus en la cultura contemporánea (Alfredo Jaar, Doris Salcedo, Tania Bruguera, Leon Golub, Luis Camnitzer - y a otra escala, Feng Mengbo); conflictos territoriales -intra o internacionales (Amar Kanwar, William Kentridge, Zarina Bhimji, The Atlas Group, Kendell Geers, Chantal Akerman); el documental urbano (William Eggleston, David Goldblatt, Michael Ashkin, Black Audio Film Collective); la progresión del tiempo (Hanne Darboven, On Kawara); las instituciones del arte (María Eichhorn, Ben Kinmont, Cildo Meireles, Artur Barrio). Muchos de los artistas presentados no se consideran ellos mismos propiamente como tal ni sus acciones como "obras", como es el caso de Ravi Agarwal (quien maneja una organización de activistas en ley ambiental), Julie Bargmann y Stacy Levy (arquitectos paisajistas, quienes muestran un proyecto de recuperación ecológica de un "wasteland" postindustrial), el colectivo Cine-Ojo (dedicado a recuperar la historia durante y posterior a la represión en el Chile de Pinochet), Le Groupe Amos (un colectivo que trabaja por la justicia social en el Congo, a través de la radio, el teatro, el documental y diversas publicaciones), Huit Facettes (un colectivo Senegalés que involucra la comunidad en la producción artística mediante talleres itinerantes) y Park Fiction (un grupo alemán dedicado a recuperar una de las áreas más deterioradas de Hamburgo); también está presente el trabajo de artistas no provenientes de la tradición occidental como Bodys Isek Kingelez, Georges Adeagbo o Frédéric Bruly Brouabré.

Dado que Enwezor y su equipo no establecieron estrategia alguna de "equilibrio demográfico", la cuestión de si América Latina está bien o mal representada carece totalmente de importancia, pero como mera información se puede anotar que esta edición de Documenta incluye la obra de los artistas argentinos Alejandra Riera, Fabián Marcaccio y Víctor Grippo, los chilenos Alfredo Jaar y Gastón Ancelovici, los cubanos Carlos Garaicoa y Tania Bruguera, los brasileños Cildo Meireles y Artur Barrio, el uruguayo Luis Camnitzer y el mexicano Gabriel Orozco. Colombia está representada por Doris Salcedo, así como por el semiólogo Armando Silva, cuya publicación "Imaginarios Urbanos en América Latina" será editada por Documenta próximamente.

Doris Salcedo / + zoom Doris Salcedo, sin duda la artista colombiana con mayor proyección en el exterior, presenta dos instalaciones, ambas en torno a los tristes eventos del Palacio de Justicia en 1985. La primera de ellas es una serie de sillas en acero, madera, resina y plomo diseminadas en una gran sala como remanentes de una tragedia, literalmente fundidas unas con otras por el espaldar, el asiento o las patas. La otra instalación es un cuarto cruzado en sus diagonales por las patas alargadas de sillas realizadas en plomo, las cuales logran establecer un espacio que referencia la tragedia (muebles calcinados tirados unos sobre otros) y al mismo tiempo bloquean con su propia presencia el acceso al espacio, posicionando al espectador como un testigo impotente, o como dice Alfredo Jaar refiriéndose a la fotografía de violencia, "una mirada que llega demasiado tarde". Los muebles son elementos que están en contacto cotidiano con el cuerpo y cuya forma y dimensiones guardan con él una relación de contigüidad, lo que hace posible una sustitución metonímica de mueble (en este caso la silla) por el cuerpo ausente. Hablando de un suceso preciso en un contexto particular, la obra de Salcedo es sin embargo capaz de aludir a la tragedia en un sentido universal, al espacio del arte como un espacio ético, y al espectador como un actor político; como afirma la crítica francesa Chantal Mouffe refiriéndose a la dimensión política ineludible de la obra de arte: o bien contribuye a mantener el estado de las cosas -y en ese sentido es político- o bien contribuye a su deconstrucción.

José Roca

Kassel/Nueva York

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