Columna de Arena / Columna 48  -  texto completo
23 de enero de 2003


Acaba de cerrar en La Casa Encendida, un nuevo espacio cultural en Madrid financiado por la Obra Social Caja Madrid, la exposición "Entre Líneas", curada por Santiago del Olmo y Virginia Pérez-Rattón. "Entre Líneas" habla del arte de América Latina desde una mirada transversal (del Olmo es español y Pérez-Rattón es costarricense), rehuyendo las figuras mas obvias en función de una curaduría muy personal, que incluye artistas que responden a condiciones locales específicas pero cuya obra alude a problemas existenciales de carácter universal. La muestra esta conformada por 16 artistas entre ellos varios españoles, como es el caso de Federico Guzmán, quien pasó largo tiempo en Colombia y quien forma parte de varios colectivos artísticos, entre ellos el Museo de la Calle (ver Columna de Arena 21 http://www.universes-in-universe.de/columna/col21/col21.htm). El texto a continuación, incluído en el catálogo de la exposición, se refiere a la obra de Oscar Muñoz, José Alejandro Restrepo y la artista mexicana Teresa Margolles.
José Roca




Ausencia/Evidencia
José Alejandro Restrepo, Oscar Muñoz, Teresa Margolles

Por José Roca

Muchos de los procesos históricos en el Tercer Mundo tienen características similares: leyendo el número especial que la revista canadiense "Parachute" le dedico al arte de México, tuve la sensación constante de que se estaban refiriendo a Colombia [1]. A pesar de que se trata de contextos culturales muy diferentes, la mayoría de los problemas invocados como específicos a México (caos urbano, peligrosidad de la ciudad, presencia cotidiana de la muerte, corrupción política, secuestro, etc.) son precisamente lo que cualquier texto que se refiera a Colombia cita como caracteres definitorios. En particular, uno de los rasgos que mas se han invocado como propios al arte colombiano de finales de los noventa es la reflexión en torno a la violencia. En Colombia, las imágenes violentas son una presencia cotidiana en los medios - especialmente en la televisión - en donde han erosionado lentamente la sensibilidad del público frente a actos extremos.

Esto ha resultado en un escalamiento de la tolerancia visual, por así decirlo, análogo a la dependencia que genera una droga fuertemente adictiva - o a un efecto de inmunización, como una vacuna que mediante dosis cada vez mayores prepara al organismo hasta hacerlo resistente. De tanto ver se termina por dejar de hacerlo (en un sentido literal de renuncia o hastío), o por no "ver" nada en el acto mismo de mirar. En este régimen visual las imágenes violentas cumplen un papel doble y contradictorio, "simultáneamente presentando la violencia y haciéndola desaparecer", como ha anotado el critico Sylvere Lotringer [2]. Roland Barthes, en su ensayo "Shock Photos", se refiere a este fenómeno: dado que la fotografía de violencia establece una distancia (como cualquier otra mediación) entre experiencia e imagen - entre el hecho violento, el fotógrafo y el público receptor - este ultimo recibe el hecho ya mediado por el fotógrafo, quien "ya sintió un escalofrío por nosotros, ya vio, encuadro y finalmente juzgo por nosotros; todo lo que le queda al público es el derecho a una aquiescencia intelectual" [3]. En otras palabras, dado que la fotografía de muerte nos presenta la prueba incontrovertible, la evidencia de un hecho consumado, las imágenes no nos motivan a actuar; por el contrario, lo único que nos queda es aceptar. La repetición de estas imágenes torna la violencia en algo mítico y por lo tanto inevitable, resultando en una actitud pasiva, de resignación. Estos dos factores juntos (el escalamiento de la tolerancia visual y el efecto de mediación) generan un distanciamiento respecto a la violencia misma, dándole un carácter de otredad: esto no me esta pasando a mi, esto sucede en otra parte.

Como es bien sabido, la prensa se encuentra en una encrucijada ética: de una parte, los medios saben que la reiteración de la imagen la neutraliza pero son conscientes de su obligación de informar, y de que no presentarla equivaldría a callar sobre hechos terribles añadiendo a la tragedia la ignominia del olvido. De otra, el hecho violento sigue teniendo una atracción mediática - así su efecto y duración sean mínimos - y en un sistema capitalista la batalla de los ratings es la lucha por la supervivencia comercial. Una pregunta que subyace tanto en el campo del periodismo como en el del arte es: ¿como presentar la muerte sin banalizarla o volverla espectáculo, como utilizar la imagen violenta sin hacerla aparecer como algo inevitable, en fin, como hacer hablar la imagen de tal manera que el público se involucre?

A mediados de los setentas, el teórico de la información Marshall McLuhan estableció la distinción entre medios "fríos" y "calientes", identificando estos últimos como aquellos en los cuales todo esta explicitado ("alta definición en un medio determinado"), resultando en un menor esfuerzo por parte del espectador por contextualizar lo que se le esta siendo presentado [4].

Por contraste, un medio como el teléfono, carente de imagen y con baja definición en el carácter de la información que transmite, requiere de un esfuerzo mayor de imaginación (en su sentido etimológico de "construir una imagen") y de contextualización de la escasa información sonora. En ese espacio vacío que se genera en la ausencia de la imagen se sitúa la experiencia del sujeto receptor. En el campo artístico, la fuerte mediación que ejercía el artista (pintor, escultor, grabador) establecía una clara distancia frente al hecho violento. En este sentido, su enfoque indirecto, sus estrategias paralelas le dan una clara ventaja al arte frente a los medios informativos dado que alude a la realidad sin necesariamente presentarla, dejando un amplio espacio de indefinición. De otra parte, el carácter del arte le permite desligarse de una "función" (por lo menos en el sentido secular del termino), contrario a la función informativa de los medios. Pero con la emergencia de la fotografía y el vídeo - especialmente en las ultimas dos décadas, (aunado a la consolidación del modelo "documentalista" como forma privilegiada en el arte contemporáneo - baste ver la ultima versión de Documenta), problemas éticos tradicionalmente asociados con el funcionamiento o la utilización de la imagen en el campo informativo se han trasladado al campo artístico. No solamente el creer o no en las imágenes mismas (con el desmonte de la veracidad de la imagen fotográfica que supuso el fotomontaje en las primeras décadas del siglo XX, condición exacerbada en la era de Photoshop) sino cuestionar la forma como son enmarcadas y contextualizadas siguiendo agendas políticas e ideologías precisas. La crítica a las imágenes y a su agencia política en la sociedad contemporánea (la cual incluye el campo artístico) se torna así una empresa esencial.

La referencia a la violencia política permeó de manera casi sistemática la producción artística en Colombia durante la década del 90 [5]. Pero los obvios cuestionamientos éticos que plantea la imagen violenta en el medio informativo se exacerban el campo del arte, vista a su necesaria "inutilidad". En consecuencia, muchos artistas han cuestionado el uso de la imagen de muerte análogo a lo que la artista Martha Rosler denominó en un momento "la fotografía victimista" (refiriéndose a cierta forma de reportería gráfica en la cual se exhibía la víctima "como un trofeo"), que en nuestro medio ha sido identificada con el epíteto de "pornomiseria". Una de las estrategias ha sido rehusar conscientemente la imagen para así generar un vacío que el espectador pueda llenar con su propia experiencia. La relativa "frialdad" del arte como medio hace que funcione como espacio vacío para establecer una interacción con el sujeto receptor.


Uno de ellos es José Alejandro Restrepo, quien ha tocado específicamente el problema del funcionamiento de la imagen en el espacio público de los medios. Su serie "Iconomía", la cual ha trabajado desde 1999, se centra precisamente en esta disyuntiva (planteada desde hace siglos en torno a la representabilidad de Dios): mostrar o no mostrar la imagen, su exacerbación u obliteración, iconofilia versus iconoclastia. El poder de las imágenes (literarias, visuales)en sociedades que carecían de las herramientas para explicarse el mundo y sus complejidades - y de formas de constatar la veracidad de los relatos - es fácilmente entendible, pero es evidente que aun en la sociedad contemporánea, hastiada y descreída, la imagen sigue teniendo un poder considerable [6]. En "Iconomía", Restrepo se enfoca en este fenómeno, que se desarrolla como un péndulo entre dos manifestaciones extremas: de una parte, la fe ciega en las imágenes (una contradicción en si misma) y su erección en signo; de otra, su negación, a través de manifestaciones sutiles o radicales, que van desde ciertas formas de censura hasta la destrucción violenta [7]. Las imágenes de la prensa o la televisión, medios a través de los cuales se construye cotidianamente el discurso oficial sobre la situación del país, se constituyen en este caso en el material básico de la obra, contrapuestas al mito de la Verónica, el manto impregnado con la imagen divina. Como ya se ha dicho, los medios masivos son el vehículo de un torrente de imágenes que se acumulan en nuestro acervo visual, pero la profusión de estas imágenes ha tenido como consecuencia un paulatino agotamiento de su eficacia comunicativa y especialmente de su capacidad de conmover. En ese sentido, el caudal indiscriminado de información visual es a la vez iconofilo e iconoclasta, pues el bombardeo visual ha minado la fuerza de la imagen. En respuesta a un hecho particularmente violento hace algunos anos, los canales locales de televisión acordaron presentar las imágenes de muerte únicamente en blanco y negro como una forma de mediar la violencia, medida que solo duro unas pocas semanas hasta que también fue integrada en nuestra conciencia visual, con lo cual su rol fue neutralizado. Esta desensibilización contrasta con el efecto subliminal de las imágenes violentas - que resultan en una amenaza colectiva - tal y como en otras épocas la exhibición publica de aquellos asesinados por la Mafia servia como advertencia para otros: en su imperativo de informar, el periodismo gráfico esta siendo secuestrado por aquellos que trata de denunciar.

"Video-Verónica" pertenece a la serie "Iconomía"; consiste en una proyección sobre un velo, referencia a la tradición cristiana de la mujer sosteniendo un lienzo con la imagen indexical de Cristo impresa en el. Como consecuencia del recrudecimiento del conflicto en Colombia hay un enorme numero de secuestrados por los grupos guerrilleros, así como de personas desaparecidas por facciones de derecha, ante la mirada impasible de las fuerzas de seguridad del Estado. Es común ver imágenes de los familiares, invariablemente mujeres y en especial madres sosteniendo frente a su pecho la fotografía del hijo por el cual hace duelo, (a menudo impresa en camisetas, con lo cual hay un desplazamiento de sentido de esta prenda universal, que usualmente se utiliza como soporte para iconos culturales de consumo). La Verónica es una imagen arquetípica y en ese sentido logra una conexión fuerte con la historia; las imágenes cristianas fueron una de las estrategias de dominación del nuevo mundo, y muchos aspectos de nuestra situación actual pueden justificarse históricamente a partir de un análisis de la manera como el poder se instauró en nuestro territorio. Restrepo ha afirmado que su referencia al mito no es temática o iconográfica; lo utiliza como aparato de visión, lo cual le permite acceder al carácter transhistórico de ciertas imágenes y practicas culturales. "Iconomía" se adentra en fenómenos locales que tienen fuerte conexión con problemas de carácter universal y con la historia. Como afirma Paulo Herkenhoff refiriéndose a la obra de Restrepo, "... la única posibilidad que tiene Restrepo de tomar la historia del arte como historia de imágenes, desde la perspectiva de Panowski en los "Ensayos de Iconología" (1939), es introducir la crítica en la densa interioridad de la imagen. Todo el orden del discurso en la imagen tiene que ser deconstruído. Cualquier rara citación visual en la videografía de Restrepo surge para desbaratar la lógica positivista de la imagen. La iconomía de Restrepo efectúa un doble movimiento de mano que consiste en deconstruir y reconstituir la densidad del icono encaminándolo a un sentido que no posee" [8].


A principios de los noventa, un colectivo artístico con el nombre de SEMEFO irrumpió en la escena musical underground mexicana. SEMEFO es el acronimo de Servicio Medico Forense, la agencia estatal que maneja los cuerpos no reclamados y realiza las autopsias. Muy pronto entraron también en la escena artística, trabajando con partes de cadáveres humanos o de animales, ropas ensangrentadas y fluidos corporales. Moviéndose en una zona gris de ética y legalidad, se involucraron en maniobras y acciones tales como tomar partes de cuerpos de la morgue local o negociar con los familiares para obtenerlas. SEMEFO logro entrar en el circuito local e internacional del arte aprovechándose de los intersticios y debilidades del poder del estado - específicamente la impunidad, la corrupción administrativa y la laxitud en la aplicación de la ley en México, como ha observado el crítico Cuauhtémoc Medina [9].

Teresa Margolles, uno de los miembros de SEMEFO, ha desarrollado desde 1997 una carrera individual evolucionando gradualmente en términos visuales de lo macabro a lo estilizado, de la voluntad de chocar a través de imágenes y acciones abyectas a la táctica de seducir a través de la estética de la muerte. Sus piezas recientes involucran estrategias en las cuales la imagen es escondida, retirada o dispersada para dificultar su aprehensión, forzando al espectador a evidenciar su deseo de ver [10]. Una de las obras en las cuales se utiliza esta estrategia de negación consistió en una acción pública en Cali, Colombia, a donde Margolles viajó como parte de un intercambio cultural bi-nacional.

Para esta acción colectiva se invitó al público a traer fotografías, ropa u objetos que hubieran pertenecido a sus familiares o amigos muertos en circunstancias violentas mediante una serie de carteles en el espacio público [11]. La acción consistía en enterrar los objetos que la gente aportara, para lo cual se cavó una zanja en un andén urbano. Una vez la zanja estuvo llena, se llenó de concreto y el andén se retorno a su estado inicial, sin dejar vestigio alguno de la operación que había tenido lugar. Esta pieza, una "escultura negativa" con especificidad de sitio, es la confluencia de los dos arquetipos arquitectónicos prescritos por Adolf Loos - la Tumba y el Monumento - en una obra urbana que de hecho permanece invisible: una escultura-evento. La acción de Margolles puede ser vista como un comentario irónico a la muy proclamada necesidad de que "el arte entre al espacio publico". Las ciudades colombianas están experimentando el fenómeno de los indigentes en las calles, muchos de los cuales son campesinos que han escapado milagrosamente las masacres y han dejado el campo buscando la supuesta seguridad de los centros urbanos. Existen allí como un incomodo recordatorio de como los habitantes de las ciudades están relativamente seguros, aislados de la realidad de la guerra civil que sucede en el resto del territorio. La critica Chantal Mouffe ha mostrado la necesidad de un "afuera constitutivo" para la construcción de la identidad, dado que señala la precariedad y contingencia de cualquier afirmación de totalidad [12]. De tal manera el indigente - un ejemplo paradigmático de como el "outsider" es mostrado como una interrupción de la armonía de la vida urbana - no solamente no interrumpe el espacio urbano sino que de hecho hace evidente la imposibilidad de lograr un sistema completo y cerrado, puesto que la función de la Democracia - y su corolario, el espacio público - es "mantener, en vez de resolver, la confrontación" [13]. Al literalizar la entrada del cuerpo muerto en el espacio público - para ser de nuevo obliterado (como siempre sucede a través de la indiferencia o la acción violenta), Margolles deja en claro su argumento. Como sistema político, la Democracia se construye en torno a un vacío, una incertidumbre [14]. Este vacío resulta de que el poder pertenece a todos y a nadie en concreto, y que este poder, contrario al sistema monárquico que le precedió, no proviene de una fuente incuestionable. Debido a lo anterior, el espacio público es de hecho EL lugar para el antagonismo, el sitio para la confrontación. En una sociedad como la colombiana, en la cual palabra utilizada comúnmente para nombrar los indigentes es "desechables" - y en donde las masacres de mendigos son referidas como "limpieza social" (y como tal toleradas por el establishment), la obra "Andén" de Margolles (1999) puede ser leída como el retorno de tales sujetos al espacio público del cual habían sido desahuciados a través de una acción violenta.


No es casual que SEMEFO haya escogido a Cali como escenario para su propuesta [15]. Cali pasa por una recesión "post-Cartel", en donde las enormes sumas de dinero que en un momento circularon - y movieron - la economía local fueron retiradas como resultado del desmantelamiento del Cartel de Cali. Esto ha resultado en un incremento de los índices de pobreza y violencia urbana, y una mayor presencia de indigentes en el espacio público. El espacio urbano de Cali ha sido utilizado también por Oscar Muñoz, quien vive y trabaja allí desde hace mas de dos décadas, y quien lo conoce como pocos [16]. Muñoz había recurrido al mapa de Cali en su serie "Narcisos" (iniciada a principios de los 90), en donde documentos cartográficos (mapas o aerofotografías) eran la base sobre la cual se depositaba el autorretrato luego de que el agua en la cual flotaba precariamente terminara por evaporarse [17]. De esta yuxtaposición surgía una reflexión sobre la relación territorio/individuo, sobre los mapas personales que resultan de la relación de cada cual con un sitio en el que vive. En "Ambulatorio" (1996) el mapa es utilizado como una instalación a gran escala en el espacio publico. En esta obra, la inscripción del individuo en el territorio se realiza de forma performática no solamente porque la pieza esta literalmente en el espacio urbano, sino porque su disposición invita a que el público - no solamente el espectador de arte sino el paseante común - camine sobre ella. La fotografía esta cubierta por vidrio de seguridad, que se resquebraja con el peso del espectador, generando una cartografía caótica que se superpone a racionalidad de la imagen obtenida por medios técnicos y termina por negarla. La experiencia no es solo visual, puesto que la acción de caminar involucra la incomodidad y el tabú de caminar sobre "la obra de arte" y sobre vidrio, sino también háptica y sonora, pues el vidrio cruje y cede a medida que el peso de los espectadores lo va resquebrajando.

En las obras-proceso de Muñoz el dibujo y la fotografía son asumidos como performance, resultando en imágenes fuertemente cargadas que requieren de la acción del espectador para completarse o estabilizarse, y que se mantienen en un precario equilibrio entre existencia en invisibilidad, evidencia y ausencia. Este es el caso de su serie "Narcisos", en las cuales un autorretrato en polvo de carbón flota en la superficie de un contenedor lleno de agua hasta que termina por asentarse en el fondo del mismo, la imagen distorsionada por la acción del tiempo y la presencia del espectador como sujeto activo en la conformación de la imagen.

En "Aliento" (1998), una fila de espejos metálicos sale del muro en una línea ligeramente mas baja que la altura del observador. Parecen no contener imagen alguna hasta que el espectador respira en ellos. Una imagen espectral aparece por breves instantes, y en seguida desaparece. Las imágenes son de hecho retratos de personas que han sido asesinadas o que han muerto en circunstancias violentas relacionadas con la situación política actual en Colombia. Las obras de Muñoz no solo reaccionan a la acción del espectador sino que de hecho demandan tal involucramiento, a la vez público e íntimo, desencadenando una reflexión sobre la pasividad frente a los hechos que marcan la vida en sociedad y la implicación que tiene todo individuo en tanto actor social.


Esta presencia de la muerte que solo se visualiza a través del vapor de agua aparece también en la obra de Teresa Margolles, pero si en la obra de Muñoz el aliento que emana del cuerpo del espectador es lo que trae la imagen de muerte a la superficie, en la obra de Margolles es el reflujo de la respiración que devuelve esta presencia al espectador. "Vaporización" [18] es un espacio vacío en el cual la visibilidad esta nublada por una bruma sutil que se torna cada vez mas espesa hasta que cierra casi por completo cualquier posibilidad de ver. El origen de la niebla es una simple maquina como las que se utilizan en efectos teatrales. Lo que de otra manera podría ser leído como un comentario sobre la visibilidad y lo que se asocia a ella (claridad, verdad - y su negación) se transforma completamente cuando el espectador se entera que la niebla ha sido fabricada usando fluidos provenientes de la morgue, un sub-producto de la limpieza de los cadáveres una vez realizadas las autopsias. Esta inscripción literal de la muerte en el cuerpo del espectador es lo mas violento y transgresor que se pueda imaginar, tanto en el sentido coloquial del termino como en su etimología: construir una imagen mental de la muerte. A través de una (perversa) acción poética, el cuerpo muerto devuelve la mirada a quien ya no puede ser propiamente denominado "el observador". Rehusando violentamente la representación visual y en una inversión del rol secular del estado, Margolles inscribe el individuo en el cuerpo político y reemplaza lo óptico con lo háptico, lo visual con lo táctil. Sustituyendo las imágenes visuales con una experiencia sensorial es tal vez lo mas cerca que se puede llegar a ser uno con el cuerpo muerto.

El cuestionamiento a la efectividad mediática de la imagen; el soplo que vuelve a la vida la imagen desaparecida; el vacío en donde la experiencia debe posicionarse: el espacio de la ausencia se torna en el espacio de la evidencia en las propuestas radicalmente diferentes de Restrepo, Muñoz y Margolles. En los tres hay una oscilación constante entre el uso de la imagen y su negación. En la obra de Restrepo la distancia critica es mayor, debido a que la dupla iconofilia/iconoclastia es la pregunta central de su práxis. Sin embargo, en el desplazamiento constante en la forma como se asume la imagen, la obra de Restrepo se acerca a la propuesta fenomenológica de Margolles y al involucramiento corporal que implican las obras de Muñoz: "ver a través de imágenes. Tocar el mundo a través de imágenes, o sea el mirar háptico, se convierte en mirar erótico, y por consiguiente, desear el mundo a través de imagenes" [19].



notas

1. Parachute 104 (Octubre 2001).

2. Lotringer, Sylvere. "Representación de la Violencia/Violencia de la Representación". Entrevista con Rubén Gallo en la revista TRANS No 3/4, Telesymposium. Se puede encontrar en la red en la siguiente direccion: http://www.echonyc.com/~trans/Telesymposia3/Lotringer/SLotringer.html

3.Barthes, Roland. "Shock-Photos", en "la Torre Eiffel y otras Mitologias" (New York: Hill and Wang, 1979).

4. McLuhan, Marshall. Understanding Media: the extensions of Man (1964); (Boston: MIT Press, 1994). Es importante anotar que McLuhan incluye la televisión entre los medios "fríos", lo cual en la perspectiva contemporánea es claramente un contrasentido. Pero hay que tener en cuenta que la televisión a la que se refiera McLuhan desde Canadá y a principios de los sesenta es en blanco y negro y de una bajísima definición, razón por la cual la define como "una prolongación del sentido del tacto" en la medida en que el espectador, a partir de una precaria información dada por una imagen escaneada en 50 o 60 líneas, debía "completar" con su imaginación lo que hacia falta. Evidentemente, los adelantos tecnológicos contradicen esta "interactividad", dando no solamente una imagen de altísima calidad, sino estableciendo códigos (como la música de fondo, los aplausos, etc.) que predefinen la experiencia del observador y no dejan resquicio alguno pero que este proyecte en la imagen su propia experiencia. Aparte esta anomalía historico-tecnológica, la distinción entre medios fríos y calientes sigue siendo útil para referirse a las posibilidades que brinda un medio "vacío", que espera ser llenado.

5. Aunque ha estado presente por mas de medio siglo, como lo evidencio la exposición "Arte y Violencia en Colombia desde 1948", curada por Alvaro Medina, que se presento en el Museo de Arte Moderno de Bogotá en 1999.

6. Este texto incluye apartes del texto curatorial que escribí para el catalogo de la exposición "TransHistorias. Historia y Mito en la obra de José Alejandro Restrepo". Biblioteca Luis Angel Arango, 2001.

7. "Lo que caracteriza la iconomia, según Restrepo, es que incluye instancias 'de la guerra de imágenes,; de la negociación de las imágenes; de la política de las imágenes; de las imágenes dominantes y de las otras imágenes'" Citado por Paulo Herkenhoff en El hambre polisemica de José Alejandro Restrepo", en el catalogo de la exposición TransHistorias. Historia y Mito en la obra de José Alejandro Restrepo. Biblioteca Luis Angel Arango, 2001.

8. Herkenhoff, Paulo. Op.cit.

9. Medina, Cuauhtémoc, "Zones of Tolerance: Teresa Margolles, SEMEFO and Beyond". Parachute 104 (October 2001), p. 33-49.

10. SEMEFO ha anotado en repetidas ocasiones que las lecturas políticas que se hacen de sus obras son a menudo formas que tiene el espectador para disfrazar su gusto por las imágenes macabras.

11. Los carteles decían: "Acción colectiva por la paz 'Anden'. Participe son el grupo mexicano de artes visuales SEMEFO en la construcción de esta escultura. Parque Panamericano de Cali. Sábado 28 de Agosto de 9am a 5pm. Lleve consigo objetos conectados con la violencia: Ropa, Fotografías, Documentos u otros objetos de víctimas de la violencia. Informes Museo de Arte Moderno La Tertulia".

12. Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hegemony and Socialist Strategy: Toward a Radical democratic Politics, trans. Winston Moore and Paul Cammack (London: Verso, 1985), p. 122.

13. Al respecto ver la argumentación de la critica Rosalind Deutsche en "Agoraphobia". Evictions. Art and Spatial Politics. (Cambridge: MIT Press, 1996), p. 273.

14. "The dissolution of the markers of certainty".

15. Ademas de razones contingentes que sin duda existieron.

16. Sus primeras obras se centraron en los personajes de las zonas marginales; prostitutas, habitantes de inquilinatos.

17. Cada obra de la serie "Narcisos" consiste en un autorretrato que el artista realiza con polvo de carbón mediante una seda de serigrafía sobre el terso espejo de agua que se forma al llenar un contenedor de vidrio o acrílico hasta sus bordes. La imagen flota en la superficie durante su exhibición, reaccionando a los cambios en la temperatura, la vibración del piso, etc., hasta que gradualmente se fija en el fondo del contenedor.

18. Presentada originalmente en ACE Gallery en México en 2001. En 2002 se exhibió en P.S. 1 en Nueva York, como parte de la muestra "México: una exposición sobre el valor de intercambio de cuerpos y valores".

19. Herkenhoff, Paulo. Op.cit.

 


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