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no. 50

José Roca
Reflexiones críticas desde Colombia


31 de mayo de 2003

El último número de ReVista, publicación editada por el David Rockefeller Center for Latin Américan Studies, fue dedicado a Colombia. En este contexto fue publicado el artículo que envío a continuación. El número completo se puede consultar en el sitio web de la revista.

 

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José Roca:

Flora Necrológica
Imágenes para una geografía política de las plantas

 

"(...) las plantas interfieren en la historia moral y política del hombre; si ciertamente la historia de los objetos naturales sólo se puede considerar como una descripción de la naturaleza, no es menos cierto -según la definición de un pensador profundo- los mismos cambios de la naturaleza adquieren un carácter legítimamente histórico si ejercen influencia sobre los acontecimientos humanos."

Humboldt y Bonpland, Ideas para una geografía de las plantas, 1803.


Cuando en Colombia hablamos de "La Violencia" no nos referimos a la situación actual del país; estamos hablando de la violencia política entre Conservadores y Liberales que se desarrolló en los años cincuenta y que dejó como resultado un país mayoritariamente urbano ante el vertiginoso desplazamiento de los campesinos hacia las ciudades. Esta urbanización acelerada generó los efectos conocidos: cinturones de miseria, desempleo, delincuencia común, culturas híbridas (campo-ciudad) de periferia. El hecho de que nos refiramos a los cincuentas como "la Época de la violencia" no deja de ser irónico, pues presupondría que este fenómeno hubiera terminado desde entonces, o por lo menos reducido su intensidad. Todo lo contrario; como resultado de muchos factores políticos y económicos (y particularmente debido al fenómeno del narcotráfico), la situación ha llegado a extremos absurdos, con más de treinta mil muertes violentas al año, millones de desplazados internos, millones de emigrantes legales e ilegales y una pauperización progresiva y acelerada de la "democracia más antigua de América", una de las figuras retóricas con las que consolamos nuestra desdicha.

El conflicto original entre Conservadores y Liberales (que era además una lucha de clases, de costumbres políticas y de tierras) y que se trasladó a las áreas rurales, tuvo un viraje significativo con la aparición de las guerrillas de izquierda en los años setenta. Estas encarnaron las reivindicaciones y encauzaron las fuerzas de las guerrillas campesinas existentes. Una década después, y como consecuencia directa de la acción guerrillera, aparecerían los grupos de autodefensas, que rápidamente lograron autonomía ante una actitud pasiva del Estado. En los ochentas aparecería también lo que a la postre significaría el fortalecimiento de las facciones en conflicto y el recrudecimiento de la guerra interna: las inmensas sumas de dinero producto de los cultivos ilícitos (coca, y más recientemente, amapola) y de la producción y comercialización de cocaína. Desde hace mas de una década, el dinero del narcotráfico financia tanto a la guerrilla como a su temible enemigo, los grupos paramilitares, y ha permeado todos los estamentos sociales, políticos y económicos del país [1].

Como ya se dijo, el escalamiento del conflicto ha generado millones de desplazados de las zonas rurales y un significativo éxodo de las clases media y alta a otros países. Ha creado también una cultura visual de la violencia como resultado de la sistemática exposición cotidiana a las imágenes de muerte.

Las imágenes crudas en la televisión y en la prensa son algo común en nuestro país, así que la sensibilidad visual de los colombianos ha sido anestesiada como resultado de una prolongada exposición a los hechos violentos. Es por eso que la imagen artística, con su capacidad evocativa y alegórica, puede ser más efectiva que la imagen periodística desde su capacidad de re-potenciar las asociaciones entre imagen y sentido.

Muy probablemente el verdadero descubrimiento de América tuvo lugar a partir de la segunda mitad del siglo 18, cuando las expediciones científicas europeas viajaron al Nuevo Mundo con la intención de cartografiar el territorio y clasificar su fauna y su flora [2]. A pesar de que el interés de los VIAJEROS (esa rara combinación entre artista y científico) estaba enfocado principalmente hacia la geografía, la zoología y la botánica, ninguno pudo evitar ejercer un juicio crítico sobre las estructuras políticas y sociales que encontraron en sus viajes, como lo evidenciaron invariablemente en sus diarios y en la correspondencia que sostenían con Europa. La fascinación con el paisaje y la flora exhuberantes contrastaba con la condescendencia y el desdén frente a las sociedades que encontraron; el siglo 19 muchas de ellas estaban justamente en el proceso de establecer su identidad como nación, en medio de luchas internas por el poder.

Las observaciones de los viajeros sobre los grupos étnicos, por ejemplo, apoyaron el establecimiento de una estratificación social en la que los grupos indígenas y negros ocupaban la escala mas baja de la pirámide social y en la cual se ascendía en función de la cercanía con la raza y el modelo cultural europeos. Parte de la tragedia derivada de esta "nueva conquista" fue que por la vía de la mirada científica (acaso más contundente -debido su pretendida objetividad y universalidad- que la ideología religiosa que acompañó la primera) se consolidó un orden social basado en la exclusión, estableciendo una hegemonía en donde desigualdades e injusticias evidentes desde una perspectiva actual fueron posicionadas como el orden natural de las cosas, un orden natural e incuestionable. De allí sin duda parten muchas de las disfuncionalidades sociales que han caracterizado nuestra difícil historia post-colonial [3].

José Alejandro Restrepo ha recurrido al lenguaje del video para establecer la genealogía histórica de la violencia en nuestra condición de continente colonizado por la fuerza. A partir de investigaciones documentales y trabajo de campo, José Alejandro Restrepo ha reflexionado sobre la presencia de lo violento en nuestro país: la segregación, la imposición por la fuerza de patrones culturales foráneos, la anárquica conformación política de la nación Colombiana.

José Alejandro Restrepo / + ampliar

José Alejandro Restrepo
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En Musa Paradisiaca (1993-1996), una de sus obras más logradas, Restrepo hace coincidir dos temas desarrollados en obras o en textos anteriores: los estereotipos y los sistemas de clasificación. En esta instalación, realizada con racimos de banano e imágenes de video tomadas de los noticieros de televisión, Restrepo evidencia los estrechos lazos entre la violencia y la imagen del trópico como un paraíso terrenal, una América exuberante y exótica tanto en lo natural como en lo sexual [4]. Musa Paradisíaca es de hecho el nombre científico para una de las variedades del banano común, cuyo cultivo ha estado estrechamente relacionado con la historia de la violencia en nuestro país. La violencia ininterumpida asociada directamente al cultivo del banano se remonta a la Época en que la United Fruit Company administraba las plantaciones (la Matanza de las Bananeras a la que hace referencia García Márquez en Cien Años De Soledad) hasta la situación actual de la región bananera de Urabá, que involucra terratenientes, compañías productoras, sindicatos, trabajadores, guerrilla y paramilitares -a una escala local- y las igualmente temibles negociaciones sobre preferencias arancelarias y cuotas de mercado en la llamada "Ronda del GATT", confrontación feroz a la escala mundial impuesta por la globalización. Si en las formas arcaicas del capitalismo la lucha se centraba en el control del territorio, el capitalismo moderno enfoca su lucha en captar mercados.

El tema de la violencia había sido tratado de manera aislada en el arte colombiano desde los años sesenta, pero en la última década ha devenido recurrente; en el caso de artistas como Beatriz González o Doris Salcedo se ha convertido en el eje mismo de su propuesta artística [5]. Pero el carácter de denuncia que aparecía en la distorsión expresionista de la pintura de los sesenta y en la gráfica política de la década siguiente es abandonado y se privilegia una aproximación más sutil, alegórica y -paradójicamente- más "estética". En un contexto en donde las imágenes crudas han perdido a fuerza de ser vistas su capacidad de conmover, la estetización de las imágenes violentas logra, por contraste, devolverle a la imagen su visibilidad. Y si la muerte se ha estetizado, ¿qué mejor símbolo que la flor, cuya imagen se asocia en todas las culturas a lo bello, y en muchas de ellas a los ritos funerarios? No deja de ser sintomático que la imagen de la flor y el interés por la botánica en general reaparezcan en el arte colombiano en el momento en que la guerra se hace mas cruenta. Y así como la mirada sobre el paisaje natural revela a la vez el escenario de la confrontación, la flor se sutituye metonímicamente a la muerte, su directa consecuencia.

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José Alejandro Restrepo
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La serie de obras con flores plásticas realizada por María Fernanda Cardoso desde principios de los noventa guarda una relación lógica con sus obras anteriores con animales disecados, aunque su aspecto formal haga pensar lo contrario. En ambas series se recurre al ready made -en las flores se trata de productos industriales- y en ambas subyace una reflexión en torno a la muerte. Las coronas de Cardoso "recrean un estado contemplativo de la muerte. Lo mórbido no es el contenido de la obra, es el dolor y su manifestación en agrupaciones coloridas de flores, símbolo de la belleza, la fertilidad y la vida, para celebrar la muerte y el sentimiento de pérdida que ella conlleva" [6]. En la tradición cristiana, las flores forman parte de los rituales de duelo, usualmente en forma de coronas que son enviadas como ofrenda póstuma a los familiares de alguien que ha fallecido. Como lo ha señalado José Hernán Aguilar, "(...) la obra de Cardoso explora un tipo de agresividad que podría fundamentarse en la frustración de no poder salir del laberinto cultural que la origina. Y es curioso, pues las referencias siempre son obvias en su alusividad (la flor de plástico está muerta, por ejemplo), aunque son muy finas en su elusividad (la flor de plástico es transformación matérica) [7].

Una de las herencias visuales de La Violencia la constituye una serie de fotografías que documentan las prácticas atroces de las guerrillas rurales en la región del Tolima: los famosos "cortes", en los cuales -no satisfechos con el hecho de por sí terrible de asesinar a sus victimas inermes- los victimarios procedían a intervenir los cadáveres siguiendo una serie de códigos visuales: Corte De Franela (un corte en la base del cuello, como una camiseta); Corte De Corbata (se hacía aparecer la lengua a través de un corte en la base del cuello), Corte De Mica (la cabeza era puesta entre los brazos extendidos, como sosteniendo una ofrenda) y el macabro Corte De Florero, en el cual los brazos y piernas eran colocados en el lugar de la cabeza, en una suerte de perverso "arreglo floral" [8]. Resta por definir en términos siconalíticos este escenario de goce ante la tragedia; ¿cómo es posible que en medio de una guerra rural, precaria y terrible, pudiera establecerse el espacio para una práctica estética semenante?

María Fernanda Cardoso / + ampliar

María Fernanda Cardoso
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La serie Corte de Florero del fotógrafo Juan Manuel Echavarría hace referencia a estas prácticas siniestras de cortar los cuerpos y reorganizar los miembros de acuerdo con ciertas imágenes. Echavarría realiza arreglos de huesos de personas anónimas en forma de flores, los fotografía, nombra y organiza en series de una gran belleza. La composición formal hace referencia explícita a las láminas de la Expedición Botánica, empresa científica del siglo 18 que tuvo por objetivo clasificar las especies Américanas para beneficio de la ciencia y de la Corona Española. "Estos rituales representan actos de transgresión a la muerte. Pero nunca podemos tener certeza sobre los verdaderos motivos. ¿Trataban los asesinos de tener un poder total sobre sus víctimas y ejercer su omnipotencia? O ¿trataban de liberarse ellos mismos de los límites de su propia mortalidad?" [9]. Estas prácticas macabras están firmemente arraigadas en nuestra memoria colectiva, aunque pocas personas en los centros urbanos en realidad vieron o experimentaron tales atrocidades. El trabajo de Juan Manuel Echavarría le da forma a esos recuerdos borrosos e imprecisos de una manera poética.

Juan Manuel Echavarría

Juan Manuel Echavarría
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En la serie Papaver Somniferum Juan Fernando Herrán ha tomado la amapola, asociada usualmente a conceptos como belleza, romance o solidaridad, como un sucedáneo visual para nuestra compleja situación política. A esta serie pertenece la obra Triptico Judicial, 1999. La obra consta de tres imágenes fotográficas: dos de ellas son bulbos de amapola en los cuales el artista ha realizado la acción de "rayado" (paso inicial para la recolección del alucinógeno) reemplazando las marcas usuales por una grafía que recuerda la decoración de una vasija precolombina. Estas imágenes gemelas están contrastadas por una fotografía central que proviene de la prensa judicial, en la cual se muestran dos detenidos con la "evidencia" que les incrimina: un bello ramo de amapolas colocado en una mesa frente a ellos. Hay un código visual utilizado por el ejército y la policía que consiste en retratar a los arrestados con los elementos que denotan su actividad ilícita (como armas, dinero u objetos robados encontrados en su poder), organizados, clasificados y debidamente identificados con rótulos, en una presentación que recuerda vagamente estrategias primarias de exhibición museal. Un análisis de lo que a primera vista parece una fotografía espontánea revela que en realidad ha sido cuidadosamente compuesta, lo cual se evidencia en ciertas coincidencias formales como la duplicidad de elementos (dos cuchillas, dos frascos, dos plantas de interior) en pares que se corresponderían a los individuos detenidos, señalando con este código reiterativo su responsabilidad incontrovertible frente a los hechos. En palabras de Herrán, en el rayado "está inscrita una "promesa": la acción representa no solo un contacto cotidiano con la planta, sino una proyección mental hacia una vida mejor. Lo decorativo estaría relacionado con ello, ya que es un valor agregado que tiene en términos económicos una correspondencia con la extracción del látex: aunque el cultivo es una práctica importada y más o menos reciente, representa una opción de vida tangible. Tal vez la más realista de todas en las zonas de producción" [10].

Juan Fernando Herrán

Juan Fernando Herrán
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Juan Fernando Herrán

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Juan Fernando Herrán

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En la obra de Antonio Caro, una de las figuras importantes del conceptualismo en América Latina, lo botánico aparece como tema y material. Desde los años setenta Caro ha tomado el maíz -un símbolo de carácter continental- para aludir a las comunidades indígenas cuya presencia ha sido sistemáticamente desplazada de toda representación política. Esta obra, como es característico en Caro, ha sido retrabajada en varias versiones y en una variedad de medios, desde la planta real hasta el dibujo a modo de graffitti sobre muros en el espacio público, llegando incluso a aparecer en una estampilla de circulación masiva [11]. Maíz guarda relación con otra obra de Caro que toca el problema indígena en Colombia: Homenaje A Manuel Quintin Lame, realizada a partir de 1972. Caro aprendió de memoria la firma de Lame, un líder indígena de los años 30 que estudió leyes con el fin de defender su pueblo de los desmanes de los colonos bajo la mirada cómplice de los gobiernos de turno. La firma de Quintin Lame es altamente simbólica: un sincretismo entre una caligrafía típica del siglo diecinueve y un pictograma indígena, tiene una calidad formal que va más allá de un individuo, llegando a significar la presencia de dos comunidades en incómoda coexistencia. Cada vez que escribe la firma en un nuevo contexto (las últimas versiones las ha realizado con achiote, un pigmento natural que se encuentra en toda América Latina), Caro reinscribe una presencia que las historias oficiales han sistemáticamente obliterado.

Antonio Caro

Antonio Caro

 

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Antonio Caro
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A principios de los años ochenta, Miguel Angel Rojas realizó una serie de obras con fotografías porno de tamanos minúsculos, logradas con una perforadora de papel. Con estas imágenes mínimas Rojas componía "dibujos en las paredes basándose en dibujos infantiles. Estos dibujos murales guardaban relación con trabajos fotográficos anteriores realizados subrepticiamente en cines porno en el centro de Bogotá, muchos de los cuales se han convertido en sitios de encuentros gay. En una sociedad conservadora e intolerante, la obra de Rojas lograba develar la violencia social que supone la exclusión de los grupos marginales y de las minorías (Rojas hablaba desde su homosexualidad y sus raíces indígenas), poniendo al espectador en la incómoda posición de ser mirado mirando, cómplice en tanto voyeur de actos que la sociedad usualmente reprime violentamente. La estrategia formal reaparece en los dibujos de finales de los noventa, pero el material cambia y con él la carga política de la obra. En Go On, Rojas ha realizado un dibujo que visto desde la distancia recuerda una ilustración tomada de un libro sobre el Lejano Oeste; una mirada cercana hace evidente que ha sido construído pacientemente con "puntos" de color verde, que en realidad han sido realizados con la ayuda de una perforadora a partir de hojas de coca. La instalación de Rojas pone de presente ese vicio de la historia de perpetuar sus métodos: la conquista de un territorio mediante la acción violenta encuentra otro escenario y otros actores, pero los roles son los mismos. Aludiendo a la conquista de territorios a sangre y fuego -convertida por Hollywood en una saga mítica- Rojas inscribe su obra en el actual escenario político. La actual "narcotización de las relaciones entre Colombia y los Estados Unidos es evidencia de que el fondo del problema no es esencialmente político: se trata de un problema de mercado.

Miguel Angel Rojas / + ampliar

Miguel Angel Rojas
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En una versión posterior de esta obra, el título de uno de los íconos del Pop (la conocida obra de Richard Hamilton ¿Que Es Lo Que Hace A Los Hogares De Hoy Tan Diferentes, Tan Atractivos?) es realizado con puntos de hoja de coca en una tipografía futurista. El comentario irónico alude a la doble moral de la comunidad internacional respecto al problema de la droga. Al tiempo que se estigmatiza a Colombia como el principal productor, el consumo de la droga en los países industrializados no solamente no esta acompañado de este estigma, sino que en ocasiones esta asociado con un cierto estilo de vida lleno de glamour, el medio de los ejecutivos, los corredores de bolsa, los artistas. Evidentemente, en términos morales el consumo de drogas es un asunto estrictamente personal, y en una sociedad democrática la decisión de consumir o no se desprende del derecho al libre desarrollo de la personalidad. Pero la criminalización genera el escenario actual en el cual el negocio prospera, los grandes dividendos se quedan en los países consumidores y en el que Colombia es la que pone los muertos. La única solución al problema de la droga es la legalización, o al menos la descriminalización. La cadena de la droga presupone una serie de intermediarios en los cuales Colombia es apenas uno de muchos: están los productores de precursores químicos (por lo general grandes companias farmacéuticas europeas o norteamericanas); el tráfico; el consumo; el lavado de dinero a través de bancos internacionales en países en los que el secreto bancario ampara la circulación de los verdaderos dividendos del negocio de la droga y garantiza el bienestar de sus ciudadanos. El consumo y la producción están íntimamente ligados: ¿que es lo que hace a ciertas prácticas sociales tan diferentes, tan atractivas en algunos contextos y tan condenables en otros?

El interés por la botánica, ciencia identificada en el imaginario colectivo con el afán clasificatorio del siglo 19, ha resurgido como tema y como estrategia artística en Colombia. Pero allí donde los viajeros vieron el signo de una naturaleza salvaje, pre-cultural, los artistas contemporáneos identifican los efectos a largo plazo de un modelo económico trasplantado (no hay que olvidar que las empresas científicas establecieron las bases para la explotación de los recursos naturales de las colonias) y de las asimetrías en la distribución de la riqueza que conllevó su aplicación.

Miguel Angel Rojas

Miguel Angel Rojas
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El territorio que cartografían es también distinto, transformado por casi dos siglos de guerras internas de diversa intensidad. Como reportero gráfico El Colombiano, uno de los periódicos más importantes de Medellín (en cuya área de influencia han tenido lugar las confrontaciones mas violentas de la última década) Jesús Abad Colorado ha tenido que documentar visualmente los hechos mas atroces perpetrados por todas las facciones en conflicto [12]. Una de sus series, sin embargo, guarda estrecha relación con la tradición visual de la mirada científica sobre el territorio. Abad Colorado ha realizado un seguimiento de los desplazamientos humanos causados por las guerras internas de Colombia, mostrando la transformación del paisaje rural debido a la violencia política. Estas fotografías en blanco y negro son ambiguas: allí donde uno cree ver una laguna inconmensurable, Colorado ha documentado la voladura de un oleoducto; un paisaje desértico, que recuerda vagamente las fotografías de la superficie lunar, resulta ser un área bombardeada por el ejército en su guerra contra los grupos guerrilleros y sus simpatizantes; una franja oscura en un prado virgen, que recuerda en su disposición geométrica las intervenciones del land art en el paisaje, es una trinchera cavada en el medio de la selva. Todas las manifestaciones posibles de la violencia han tenido lugar en el territorio colombiano, desde las luchas fratricidas por instaurar el modelo político de la nación hasta la violencia multiforme y anárquica de hoy, pasando por las luchas bipartidistas, la violencia de la dictadura militar, el terrorismo de estado, el terrorismo de izquierda, la violencia del narcotráfico. No debe resultar pues absurdo que nuestra flor nacional sea el Anturio Negro: una variedad particularmente fúnebre de esta flor comúnmente utilizada en los rituales mortuorios. Flora necrológica, taxonomía social, botánica política. Ante la magnitud de los actos de barbarie, solo la imagen mas estetizante parece ser capaz de recobrar, por oposición, un sentido crítico.

 

Este artículo fue publicado en la revista LAPIZ, Diciembre 2001. Fragmentos del texto aparecen en un artículo sobre el arte colombiano en la década del 90, incluído en el catálogo de la exposicion Políticas De La Diferencia, curada por Kevin Power.

 

notas

Jesús Abad Colorado

Jesús Abad Colorado
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 1.

Hay una abundante bibliografía sobre la violencia política en Colombia. Algunos vinculos en internet:
www.lablaa.org, entrar a la Biblioteca Virtual; en la categoria Colombia, actualidad y referencias, ir al subtema Paz, Violencia y Derechos Humanos

 2.

"En el Nuevo Reino de Granada, la Real expedición botánica creada en 1783 y dirigida por Jose Celestino Mutis, constituyo la primera aproximación científica a la naturaleza colombiana. Igual acercamiento hubo en Perú y Chile con la expedición de Hipólito Ruiz y Jose Antonio Pavon, en Mexico con la de Martin de Sesse y Lacasta y Jose Maria Mozino, en Cuba con la de Baltazar Manuel Baldó, con la de Juan Cuellar en Filipinas y con la expedición Mundial dirigida por Antonio Pineda Ramírez. (...) Ya no era la codicia del oro ni el afán evangelizador lo que motivaba a adentrarse en los ignotos parajes. Eran ojos de científicos los que escrutaban la geografía". Mejía Arango, Juan Luis, Hombre, naturaleza y paisaje en la Antioquia del siglo XIX, artículo en el catálogo de la exposición Poesia De La Naturaleza, Suramericana, 1998,Pág. 7. Humboldt llego a la Nueva Granada en 1801; Stübbel y Reiss casi un siglo despues.

 3.

Las observaciones sobre la inferioridad de las razas indígenas no solamente provenían de los viajeros europeos: durante el siglo 19 y la primera mitad del 20 hay numerosos ejemplos de personalidades locales que expresaban sus prejuicios frente a las razas indígena y negra (a pesar de que evidentemente ellos mismos eran producto del mestizaje). Luis López de Mesa, reconocido intelectual, propuso a mediados del siglo pasado incentivar una inmigración alemana que habría de establecerse diagonalmente en el territorio nacional para servir de "barrera contra la inmigración de indígenas y negros hacia el interior del país.

 4.

Restrepo ha trabajado el tema botánico en muchas de sus obras: en sus grabados de la serie América Equinoxial equipara una de las imágenes paradigmáticas de la violencia política en Colombia, el túmulo de cráneos humanos de la Batalla de Palonegro (la Guerra de los Mil días, en el cambio de siglo del 19 al 20) con el esquema que hace Humboldt para la Geografía de las plantas, e incluye imágenes repetidas de la Palma de Cera, nuestro árbol nacional. EL Paso Del Quindio I es una videoinstalación en donde se registra la travesía de Restrepo por ese camino histórico. Recientemente, Restrepo fue invitado al Museo Parrish en Southampton, Nueva York, a participar en la exposición About The Bayberry Bush. The Bayberry Bush, c.1895, (El matorral de bayas) es una de las obras mas conocidas de William Merrit Chase, pintor impresionista norteamericano del siglo 19. Ingrid Schaffner, curadora de la exposición, invitó a 12 artistas contemporáneos a proponer una obra en torno a The Bayberry Bush. Restrepo realizó la videoinstalación Impresionismo Psicotropico, en la cual sustituye el matorral que le da el nombre al cuadro de Chase (el Bayberry Bush es un arbusto silvestre con bayas rojas) por una plantación de amapola en Colombia. El ambiente bucólico que sugiere la referencia visual a Chase, acompañado de música impresionista, se ve violentamente desplazado con la aparición de un avión en la acción de fumigar los cultivos ilícitos. Las proyecciones en ángulos forzados en las paredes, el techo y el piso del recinto sugerían una percepción alterada -como la de la droga- "devolviendo el regalo", por decirlo de manera cínica; de hecho, fue la única obra no derivativa de la de Chase, la única que adoptó una posición realmente crítica. En palabras de Schaffner: "El adjetivo psicotropico, que refiere a una acción en la mente, es utilizado a menudo para describir las drogas. De tal manera, la tranquilidad por la cual The Bayberry Bush es famoso induce percepciones placenteras y peligrosamente pasivas sobre las imágenes de Restrepo de la producción de narcóticos. En realidad, una imagen tan volátil como cualquier paisaje de guerra". Schaffner, Ingrid, About The Bayberry Bush, The Parrish Art Museum, Julio 2001, Pag. 78.

 5.

Doris Salcedo, sin duda la artista colombiana de mayor proyección internacional del momento, ha consolidado una obra poderosa (y particularmente bella) a partir de "lo que restaó luego de un acto de violencia". Aunque en sus esculturas no ha utilizado la imagen de la flor, esta aparece en un evento que lideró en 1999, a raiz del asesinato del humorista Jaime Garzón a manos de paramilitares. Salcedo invitó a un grupo de artistas.a realizar una línea de 5000 rosas rojas en un muro cercano al sitio donde vivia Garzón, en el cual el público de manera espontánea se había congregado para hacer una especie de "altar" con flores, velas, estampas y notas manuscritas.
"(...) es importante decir que fue un acto comunal, o sea que no lo considero parte de mi obra. Y como artistas respondíamos, en parte, a una acción popular espontánea: En el muro opuesto a la casa de Garzón la gente inmediatamente empezó a colocar notas y mensajes que expresaban su ira y pena. En un tramo de 150 metros de pared, colgamos 5.000 rosas con las flores hacia abajo, y las dejamos marchitar. Un frágil y efímero lugar de recuerdo. Hubo tres eventos diferentes: el primero fue una semana después de su muerte; el segundo, un mes después y el tercero en el primer aniversario de su muerte. Para el último evento, teníamos 45.000 rosas, y con la hermana y el hermano de Garzón, recorrimos a pie la ruta exacta que él había conducido su ultimo día. Hicimos una línea de rosas de cuatro kilómetros y medio, hasta llegar al lugar donde fue asesinado. Garzón que era famoso por sus imitaciones de tipos sociales Colombianos, era emblemático. Encajamos la pena y la pérdida que inunda todo nuestro país". Doris Salcedo, entrevistada por Marguerite Feitlowitz para la revista Crimes of War.

 6.

Sokoloff, Ana, "María Fernanda Cardoso. En busca de la naturaleza. ARTE EN COLOMBIA No. 66, Pag. 70.

 7.

Aguilar, José Hernán. "María Fernanda Cardoso, en Ante América, Biblioteca Luis Angel Arango, 1992, Pag. 44.

 8.

Al respecto ver el libro de Maria Victoria Uribe "Matar, rematar y contramatar: las masacres de la Violencia en el Tolima 1948-1964", CINEP, 1990. "A las victimas generalmente se las mataba de un tiro, el cual producia la muerte biologica por anemia aguda. Acto seguido se las contramataba decapitandolas, para terminar rematandolas, efectuandole al cadaver una serie de cortes "post mortem" que terminaban por desmembrar el cuerpo. (...) Exista o no una ordenacion intencional de los cadaveres con posterioridad a la masacre, la escena final plantea un nuevo ordenamiento de las diferentes partes del cuerpo humano, el cual sera visto por aquellos que lleguen el dia siguiente al lugar. Este planteamiento pretende aterrorizar a los testigos, propiciando que los campesinos de la vereda migren abandonandolo todo". Uribe, Pag. 167-69.

 9.

Juan Manuel Echavarría, citado por Ana Tiscornia en "Flower Vase Cut", VERY No. 4, Pag. 36.

10.

Juan Fernando Herrán, en referencia a esta serie, afirma: "(en) Papaver Somniferum presento una serie de imágenes de gran formato que toman como eje la planta de Amapola. La muestra incluye fotografías de cultivos tanto en Turquía como en Colombia, así como imágenes de la flor y de la cápsula. Dentro del primer grupo, se evidencian esquemas de explotación que resultan ser totalmente contradictorios. Mientras en la región de Afyon, las plantaciones de amapola son cultivos tan normales como la manzana o el trigo, en Colombia encarnan un grave problema de índole ambiental, económico y social. El cibachrome Campo A, nos muestra un enorme campo de amapolas flanqueado por 2 postes de la luz y una casa al final de la plantación. ¿No existe acaso una contradicción entre la imagen que vemos, donde se hacen patentes las condiciones de desarrollo y bienestar, y la noción marginal y conflictiva que tenemos de los cultivos de amapola en nuestro país? En la obra Amapola Manchada, título relacionado con el proceso de recolección del látex, comúnmente conocido como "la mancha", la imagen ha sido intervenida con tintillas fotográficas que invaden el espacio del papel, aludiendo a los efectos producidos por la droga. La imágen nos presenta, simultaneamente, gotas de rocío y de latex sobre la cápsula. Las primeras se caracterizan por su transparencia y pureza; las segundas, densas y oscuras, representan su contraparte. Son variables de un juego donde los conceptos del bien y el mal se encuentran ligados a imágenes cargadas ideológicamente". Juan Fernando Herrán, texto inédito enviado al autor.

11.

A traves de la estrategia de reescritura de sus propias obras a traves del tiempo, Caro replantea su obra (siempre la misma, siempre distinta) en función de los diversos contextos en que es exhibida.

12.

No es improcedente senalar que ha sido "retenido" ya dos veces tanto por los grupos paramilitares como por la guerrilla.


 

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