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Las obras que conforman Sueños, el presente trabajo
de Luis Fernando Roldán, tienen una presencia ambigua:
¿son dibujos, grabados, caligrafías? En realidad,
en su técnica se acercan más a la pintura y al collage
que al dibujo, y son el resultado de un proceso de deconstrucción
del soporte pictórico para la construcción de nuevas
imágenes. Roldán ha expresado que la idea inicial
surgió de unos retazos de tela embebidos de grafito que
halló en su taller; en el momento de extenderlos sobre
una superficie de papel, se le revelaron una serie de imágenes
visuales y mentales asociadas con el deterioro y el drama de lo
olvidado, lo que se descarta por inservible. En el pasado, Roldán
ya había tomado los desechos del taller o elementos encontrados
en la calle como insumo para su obra pictórica. Calendario
(Premio en el Salón Nacional de 1996), consistía
en una serie de 365 pinturas de pequeño formato instaladas
en el muro componiendo una gran superficie, en las que se registraba
el hacer diario a través del detritus mismo de la labor
artística: trapos, pigmentos, polvo, basura. El carácter
repetitivo del acto pictórico/registro señalaba
el paso del tiempo, y el color, la textura y los diferentes materiales
eran indicadores de los cambios de ánimo y documentaban
el proceso de un año de trabajo a través de lo que
nunca se muestra, lo que usualmente se descarta, lo que sobra. |
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