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Urs Jaeggi

De paraísos artificiales y de infiernos

El paraíso artificial

La seducción de las drogas actúa en todas las sociedades humanas como promesa de experiencias de otro mundo, el de la paz, la euforia, la intensidad o la espontaneidad. Hay múltiples estimulantes, naturales o artificiales, e inclusive espirituales.
Las pinturas y dibujos incluidos en las instalaciones de esta muestra han sido realizados bajo la influencia de una “droga” especial: la música libre y rítmica que busca el desborde, el éxtasis, el despertar de fases desconocidas del inconciente, tanto en mí como en el visitante.
Notables artistas y escritores, como Henri Michaux, Wols y Pollock, Baudelaire, entre tantos otros, han utilizado medios alucinatorios. El hecho de que músicos, artistas y escritores los consuman indica que el fenómeno es rico y complejo.
Es posible explorar los efectos de la droga y de los estados de éxtasis en muchos rincones de las obras de arte. Al igual que en la escritura automática, cuando el artista dibuja o pinta, puede abandonar por momentos el plano racional, para seguir una fuerza subterránea. Se deja guiar y al mismo tiempo mantiene cierto control.
Esto me tienta. En mi caso es dibujar y pintar bajo la influencia de cierta música. El aspecto constructivo permanece, pero sumergido por el fluir de los sonidos. Encuentro espacios desconocidos, ocultos, tomo el arte como liberación y como aventura. El milagro de los sonidos me lleva también a transformar los espacios en instalaciones, crear un ambiente donde los espectadores harán recortes para formar su propia imagen, su propio “cuento.”
El infierno

El titulo infierno es tan claro como el de paraíso artificial. Igualmente clara  es la (posible) conexión entre los dos. El aspecto negativo está presente en mis instalaciones, en interpretaciones que remiten a las consecuencias del consumo abusivo (destrucción de la personalidad, imposibilidad de realizar un trabajo regular, desmembramiento de la red familiar, de amigos, colegas, además de deudas y el peligro de cometer actos criminales).
Finalmente, está el poder de los narcotraficantes en la sociedad actual,  uno de los aspectos  negativos más importantes, el Estado dentro del Estado, creado por empresarios criminales, construido por grupos de productores y distribuidores de drogas. Gracias  a las fortunas gigantescas que se forman por su demanda cada vez mayor, se desarrollan industrias ilegales que forman redes de corrupción en todas las instituciones de la sociedad y del Estado. Letal. Y aunque  la corrupción es un fenómeno  universal y no suficientemente observado y explicado por las ciencias sociales, es fundamental considerar las características regionales. 
Realizo las instalaciones sin trasfondo moral alguno, pero pienso, como los filósofos Rancière y Deleuze, que todo arte es político; político no en el sentido de ‘arte comprometido’. El arte es político por su trabajo de imaginar, pensar y presentar ideas a la gente y a las instituciones en forma de nuevas creaciones críticas.
El paraíso artificial y el infierno de las drogas son sin duda temas políticos. En la sociedad moderna, evidentemente ese consumo ha perdido el equilibrio entre el uso ritualizado o controlado, y el abuso. Mi enfoque no es de todo o nada. Repito, el tema tiene muchas dimensiones. El empleo de estimulantes está a menudo ligado con la evasión, la ansiedad, el miedo, la desesperanza, el vacío, reflejos de la descomposición social. Hay exclusión, carencia de trabajo, de oportunidades, no se ven opciones para cambiar la situación. O bien hay saturación, riqueza, se tiene todo y se lo permiten todo, no sin aburrimiento.
Y no sólo existen esos polos opuestos: la descomposición afecta a todos los miembros de la sociedad y a todas las instituciones. La familia, supuesto núcleo de la estabilidad, está en crisis; la educación, la política, el presente y el futuro son extremadamente inciertos para demasiada gente. Eso provoca el deseo de olvidar los conflictos y la desesperanza y favorece la evasión y el fatalismo, aumenta el consumo de drogas, la criminalización de su mercado y la corrupción que, como sabemos, pueden arruinar a una sociedad.
En la Casa de la Primera Imprenta he pensado en términos de espacio y de puesta en espacio de mis percepciones y vivencias en torno a las drogas. Corro riesgos. Hago pintura mural improvisada con música y también dibujos sobre papel in situ; realizo una instalación que evoca el espacio público, con base en ampliaciones fotográficas sobre tela tomadas de la prensa escrita, y algunos objetos, además de documentación que me impactó a lo largo de mi investigación;
genero un espacio íntimo relacionado con el consumo de drogas utilizando elementos cotidianos: colchón, ropa, espejo, etc. etc. etc. Se trata de crear atmósferas y al mismo tiempo referentes
Un giro

Hacer menos peligroso el consumo de estimulantes, pero ¿cómo? No a través de la criminalización de los consumidores ni por medio de acuerdos secretos (y bien pagados) entre productores, policías, ejército, funcionarios de Estado y legisladores). ¡No guerra! Limitar el poder de los grandes productores y vendedores. Liberar poco a poco la venta de drogas prohibidas. En lugar de invertir billones en una lucha corrupta y perdida, como en Afganistán y en varios países del continente americano, se podrían generar otro tipo de acciones.
Artistas, músicos, bailarines, teatreros, psicólogos, trabajadores sociales, en colaboración directa con los ciudadanos, trabajando la creatividad que libera en todos los espacios posibles: escuelas, museos, centros culturales, talleres, universidades, lugares de baile, parques, calles… ¿El arte como droga sana?




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©  Urs Jaeggi  /  Website:  Universes in Universe  &  María Linares