no. 12	José Roca Reflexiones críticas desde Colombia

	Comentario a Columna 12	26 de noviembre de 2001

Antonio Díez Mi interés es cuestionar acerca de la apropiación artística; pienso que esto será muy importante para entender qué es lo que está pasando en este caso de litigio sobre los derechos de autor. Si me plegó a la ley, es porque hallo en ello un mecanismo eficaz para frenar un atropello; y en ella, encuentro que nada de lo que en este caso pretende hacer Ospina, no se halla previsto, pues estas prácticas están totalmente conocidas en el mundo del arte desde hace ya mucho tiempo, nuestro país no es excepción. Es bueno traer a colación las condiciones legales y los pactos que han regido las apropiaciones de Marc Kostabi cuando se lleva a cabo su acto artístico de apropiarse de las ideas incluso, de sus colaboradores. De este modo, estaríamos empezando a entendernos. Si alguien las conoce, por favor: cuéntenos. Mi posición, reitero, es defender la creación que es posible (y se hace), untándose el propio artista de la materialización de los objetos; debido a que me parece imposible (es mi posición), reducir todo a meras ideas, y la materia tiene otras cosas más que transmitirnos; las cuales pueden ser tan sutiles, que es bien difícil hacerle entender a otro qué es aquello que uno desea hacer y de qué modo. Por eso lo entiendo como el modo más acertado de transmitir pensamiento plástico. Cualquier objeción se acepta siempre y cuando se pueda demostrar que todo es solo un asunto intelectual. Por otra parte, los EE.UU., son otra sociedad, totalmente diferente a la nuestra, aquí rigen condiciones especiales, por ejemplo el derecho al Copy, no opera como en ese país; y sigue siendo importante el individuo por encima de la marca. Para ello sería bueno que alguien entendido nos ilustrara de los por qué para que sea así y se halla vuelto ley vigente. Parece interesante saber porqué un artista cuando tiene una trayectoria larga, goza del privilegio de ser él en quien se creé y no en uno que comienza; por eso sería bueno preguntarle al artista veterano, por qué razón no apela a proponer sus proyectos a artistas de su misma trayectoria y lo hace con novatos; para mí la causa es bien clara, facilidad de mantenerse renovado. No de otro modo, me explico el deseo vehemente de apropiarse de una obra ajena (inclusas las ideas, el estilo), yo al estilo no le veo tanta importancia sino por un aspecto crucial: es el que indica el camino a seguir. De nada más sirve, hablando en términos estrictamente artísticos; pero hay que tener en cuenta que cuando un estilo gusta, puede dar lucro, y esto es bien importante en este caso. A mí, me agrada lucrarme de lo que hago con pasión y convicción, pero lo hago por algo más que el solo dinero y no necesito explicar esto. Y lo hago limpiamente, aunque yo me »apropie« de obras de un artista del pasado. Cordialmente, Antonio Díez

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